martes, 14 de mayo de 2013

Luz natural o iluminación biológica


VIVIR CARA AL SOL

Influencia de la luz solar en la salud

El sol es vital es una fuente de energía para la vida en el planeta, no podemos vivir sin la luz y calor del sol. Sin su calor la Tierra sería un planeta helado e inhabitable, y sabemos que la luz del sol tiene importante efectos físicos y psíquicos en nuestro organismo. El sol en nuestra piel aporta entre otros beneficios, la vitamina D, imprescindible en el metabolismo del calcio, que previene el raquitismo y regula el crecimiento. El sol en nuestros ojos estimula la glándula pineal, y regula los neurotransmisores, las hormonas, el sistema inmunitario, y tiene notables efectos sobre el estado de ánimo.

 

La escasez de sol en los países nórdicos incrementa la depresión, y sabemos que la depresión invernal, el conocido trastorno afectivo estacional, TAE, se previene y se cura con exposición a la luz solar, usando lámparas de fototerapia, o mediante iluminación biológica (fullspectrum). Curiosamente dos poderosos antidepresivos, como el litio o el hipérico, son conocidos por su efecto fotosensible, una relación que debería ser mejor investigada.
Nuestros ojos se alimentan de sol, literalmente comen luz, necesitamos ver el sol, es fácil experimentar que el sol en la cara levanta el ánimo, y mirar directamente al sol activa los fosfenos y estimula los neurotransmisores cerebrales. Pero los médicos y los oculistas nos dicen que puede ser peligroso tomar el sol, y más aún mirarlo sin gafas de sol, y la industria cosmética nos ofrece filtros solares para prevenir los peligrosos rayos UV, que pueden causar cáncer de piel, como el peligroso melanoma.
Para mirar el sol no es necesario tener ojos de águila, basta usar el sentido común, inicialmente podemos captar la intensa luz solar con los párpados cerrados orientando la cara directamente al sol. Al principio nunca lo miraremos con los ojos abiertos directamente, especialmente al mediodía, evitando el impacto de la luz en la fóvea, el punto más sensible de la retina
Para fortalecer nuestros ojos, empezaremos mirando el sol, durante unos segundos al amanecer, o al atardecer cuando el sol está bajo y no es tan fuerte, miraremos haciendo un círculo “alrededor del sol” de modo que toda la retina reciba el impacto luminoso.
Una sensación de lagrimeo o un estornudo irrefrenable, será el aviso de que hemos recibido suficiente sol por el momento. Sabemos que la función crea el órgano, y en pocos meses nuestros ojos se fortalecerán y podremos vivir cara al sol, como un beduíno del desierto.
El sol ilumina nuestras vidas, pero nosotros le damos la espalda, pues pasamos el 80% del tiempo encerrados en casas oscuras, con poca o ninguna luz solar. Para valorar esta dramática falta de luz, consideremos que la iluminación artificial usual tiene 300-500 lux, y por contraste un día radiante de sol, nos aporta más de 100.000 lux.

 

Vivimos desconectados de la hora solar, debemos tener en cuenta que el sol es el reloj natural, el movimiento aparente del sol marca las horas, y es el ritmo de la luz diurna el que condiciona los ritmos biológicos de lo seres vivos, los llamados biorritmos circadianos, que se desarrollan dentro de las 24 horas del día. La apertura y cierre de los girasoles, el canto del gallo, como la temperatura basal o la secreción biliar y otros muchos ritmos biológicos, siguen máximos y mínimos de acuerdo al ciclo solar.
El horario natural tiene una gran simetría, a las 6 de la mañana es la hora de desayunar, las 12 del mediodía es la hora de comer, y a las 6 de la tarde hora de cenar, claro que nos estamos refiriendo al horario solar, u hora GTM (Greenwich Time Meridian).
La hora legal, es un horario artificial que por confusas razones de ahorro energético, retrasa el horario dos horas en verano y una en invierno. Sin embargo muchos países, Portugal sin ir más lejos, siguen el horario solar, comen al mediodía (literalmente), y no parecen tener muchos problemas energéticos.
Este horario antinatural afecta a la asimilación de alimentos y otros ritmos biológicos. Afortunadamente, bastan 15 minutos de exposición matinal a la luz del sol para poner en hora nuestros relojes biológicos, levantar el ánimo y activar el sistema nervioso, dejando fuera la depresión.
Pero los urbanitas usamos gorras, sombreros, demasiada ropa, tenemos la piel pálida y debido al exceso de protección precisamos el uso de prótesis, gafas graduadas o gafas de sol, para ojos débiles.
La vida urbana, demasiado artificial, crea un círculo vicioso “casa-sombra-ropa-pálido-vulnerable”, la opción natural es tomar el sol todo el año, especialmente en invierno, bronceando la piel, creando defensas y construyendo un círculo virtuoso bien distinto “naturaleza-luz-desnudo-bronceado-saludable”.
En la naturaleza es fácil observar que ningún león se expone al sol a mediodía, inteligentemente caza al amanecer y al atardecer, y cuando el sol está alto descansa a la sombra de una acacia. Solo el bípedo que orgullosamente se llama a si mismo “homo sapiens” vive todo el invierno escondido del sol y, en lo más tórrido del verano, expone su vulnerable piel pálida a los intensos rayos solares del mediodía.
Una gran mayoría estamos atrapados en una jornada laboral, y esto nos priva a diario del baño de sol. Pero en la cocina o en la oficina también podemos tener luz solar si iluminamos nuestro espacio con lámparas fullspectrum, una auténtica iluminación biológica, estimulante y antidepresiva.

© Carlos Martínez Requejo. Domobiotik. May.13

lunes, 13 de mayo de 2013

Como cocinar la atmósfera urbana


Cóctel electroquímico
Contaminación multifactorial, tóxicos y radiaciones

Para cuidar la salud de toda la población, no solo de los hipersensibles, asmáticos y/o alérgicos, hay que ser expertos en el manejo de productos Irritantes, Nocivos, Tóxicos, Corrosivos… y potencialmente cancerígenos.
Esta suele ser la fórmula habitual para cocinar la atmósfera urbana, el coctel electroquímico que respiramos:
  • Una parte de Polución Ambiental (CFC, NOx, SO2, CO2, CO, etc.).
  • Media parte de Residuos de Incineración (Dioxinas, metales pesados, etc.).
  • Una cuarta parte de Agroquímicos (fertilizantes y plaguicidas).
  • Una parte de Alta Tensión (mayor que 0,1 µT).
  • Dos partes de Microondas (mayor que 0,1 mW/m2).
  • Una pizca de gas Radón (Rn222).
Se agita fuertemente con ruido y vibraciones (infra-ultrasónicas), se puede sazonar con hongos (mohos, levaduras y sus esporas), y el cóctel electroquímico está listo. Con variaciones locales de la receta la respiramos cada día, los 365 días del año, en Barcelona y en menor grado en todas las ciudades.
 

Solemos ser conscientes de la polución atmosférica clásica porque se huele y con altas presiones es visible la niebla contaminante que cubre la ciudad. Esta procede sobre todo del tráfico, las calefacciones y las industrias cercanas.  En nuestras auditorías ambientales encontramos presencia significativa de Monóxido de Carbono (mayor que 15 ppm CO), un indicador de combustión incompleta, con otros muchos residuos como hidrocarburos.
Pero no pensamos que la incineración sea un problema, la “valorización de residuos”se presenta como ecológica, y sin embargo todos los habitantes de Barcelona tienen dioxinas y metales pesados en sangre, un regalo de la central térmica y la incineradora del Besós.
Los agroquímicos nos parecen limitados a las zonas rurales, pero en las ciudades el servicio de parques y jardines emplea fertilizantes y plaguicidas químicos y hace fumigaciones regulares, sin preaviso al ciudadano.
El cóctel electroquímico se hace más fuerte si vivimos en un edificio enfermo, aquí respiramos formaldehído procedente del aglomerado o las pinturas, y otras 100 substancias tóxicas en el polvo de nuestra casa.
El riesgo sanitario aumenta por la contaminación electromagnética, por la cercanía de una línea eléctrica, de Alta o Baja Tensión, o más frecuentemente por fuentes internas, como iluminación, informática y electrodomésticos.
Desde hace una década la alarma social apunta a las antenas de telefonía móvil, que nos “fumigan” con microondas día y noche. Pero solemos olvidar que el teléfono inalámbrico Dect, el modem Wifi, el tablet o nuestro móvil emiten dosis cientos de veces más altas.
Pensamos que la radiactividad es algo lejano, como Chernobil o Fukishima, pero las fugas de radiación nuclear en Vandellós y Ascó son habituales, y alcanzan a media Cataluña. Tenemos emisiones radiactivas dentro de casa debidas a materiales constructivos muy usuales, como granito, gres, pizarras, morteros y hormigones… y la amenaza del gas Radón procedente del subsuelo es omnipresente, dado que en España no hay normativa preventiva.
Debemos saber que el ruido ambiental es directamente cancerígeno, aún menor que 65 dB, y que las vibraciones de baja frecuencia están siempre presentes, debido al tráfico, FFCC y metro, sobre todo en edificios con arquitectura ligera.
Si nuestra casa está en una riera, o en zona húmeda, además de resfriados y reumatismo, tenemos todos los números para tener una invasión de hongos, que algunos médicos  consideran el primer riesgo para la salud.
Este cóctel tóxico y multifactorial agrede a nuestras defensas, con sinergias que agravan el cuadro, pues a nivel celular todo es electroquímico. O sea que debemos celebrar que nuestro sistema inmunitario nos mantenga vivos todavía pues estamos tomando este peligroso cóctel a diario, y en las grandes ciudades en dosis muy altas.
Desde el punto de vista de la salud pública debemos implantar una cultura preventiva, una normativa restrictiva que priorice la calidad del aire respirable, para evitar los efectos tóxicos de este cóctel electroquímico.
© Carlos Martínez Requejo. Domobiotik. Mayo 2013.