domingo, 27 de diciembre de 2020

 Déficit de naturaleza

La falta de contacto con el medio natural está en el origen de todas las patologías sanitarias y sociales

Todos hemos leído la maravillosa historia de Heidi (Johanna Spyri, 1880), una niña saludable y sonrosada que entraba en depresión y caía enferma al llegar a Frankfurt y solo se curaba al volver a sus montañas en los Alpes.

El llamado síndrome de Heidi es el antecesor de lo que hoy definimos como “trastorno por déficit de naturaleza” (o síndrome TDN). Es una afección que aún no tiene diagnóstico médico, pero que podemos definir como el impacto nocivo sobre la salud física y mental que causa el alejamiento del mundo natural.

El síndrome TDN aún no han sido sistematizado clínicamente, pero se relaciona con síntomas muy evidentes, como ansiedad, estrés, fatiga atencional, déficit de concentración, apatía, irritabilidad, aumento de la miopía... e incluso depresión.

También ha sido asociado con patologías en rápido crecimiento, como obesidad, enfermedades cardiovasculares, asma, enfermedades respiratorias, trastorno por déficit de atención, e hipovitaminosis D, por falta de sol.


Bosque de hayas

El concepto ha sido popularizado en el libro “Los últimos niños del bosque” publicado en 2005, por el escritor y periodista Richard Louv, cofundador de Children and Nature Network (Red Niños y Naturaleza).

La idea no es nueva, ya Rachel Carson (Primavera silenciosa, 1962), bióloga y pionera del movimiento conservacionista, reivindicaba la necesidad de despertar en los niños y niñas el sentido del asombro ante la naturaleza (Help your child to wonder, 1954).

Igualmente David Sobel, co-fundador y director de Harrisville Children’s Center, ha desarrollado la filosofía de la educación basada en el lugar, y planteaba la importancia de ofrecer experiencias transcendentales en la naturaleza.

Si queremos que los niños se desarrollen saludablemente debemos darles tiempo para conectar con la naturaleza y amar la Tierra, antes de pedirles que la salven” David Sobel

Heike Freire, psicóloga, filósofa, escritora e investigadora en educación, en su libro Educar en Verde (2011), nos ofrece ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza.

Los niños y niñas de hoy pasan la mayor parte de su tiempo en espacios cerrados, sentados, mirando una pantalla y, prácticamente, ya no disfrutan de momentos de juego autónomo al aire libre. Su creciente aislamiento del mundo natural se intenta compensar con un exceso de productos y tecnología que suplantan a los seres de la naturaleza. Los niños necesitan la naturaleza. Se sienten espontáneamente atraídos por ella y, en su contacto, se desarrollan de forma más saludable a todos los niveles: físico, emocional, mental, social y espiritual. Estar al aire libre, en interacción directa con la vida, debería ser reconocido (y ejercido) como un derecho fundamental de la infancia, en nuestras sociedades.” Educar en Verde (Grao, 2011).

Cuando estamos estresados y con signos de fatiga, mejoramos al estar en contacto con la naturaleza, la Vitamina N. La falta de la interacción cotidiana con el medio natural puede llegar a provocar incluso depresión. Es evidente que necesitamos estar en contacto con la naturaleza para alcanzar la salud tanto psicológica como física.

La literatura nos ofrece escenarios post-apocalípticos como Mad Max, donde el alejamiento de la naturaleza y el abuso de tecnologías agresivas, ponen a la especie humana al borde de la supervivencia.

Por el contrario encontramos creaciones literarias futuristas que se centran en los valores ecológicos como la gran novela Ecotopía (Ernest Callenbach, 1975), clave para el movimiento ecologista de los años setenta, que muestra una sociedad que renuncia a la tecnología y vive en armonía con el medio ambiente, o la película Avatar (James Cameron, 2009) que aporta un fuerte mensaje ecologista, incluye una dimensión espiritual de la naturaleza, que es vista como un todo sagrado. 

Arquitectura verde

El concepto de arquitectura y urbanismo está cambiando, los aspectos ecológicos son cada vez más valorados por el mercado, y aparecen neologísmos como “biocompatible” para definir sistemas, instalaciones o materiales que sean compatibles con la vida y la salud, o yendo más allá el “diseño biofílico”, literalmente el diseño que ama la vida.

Cada vez es más evidente que incorporar elementos naturales en el espacio habitado elimina estrés, mejora la productividad, reduce el absentismo, además revaloriza la propiedad, y se traduce en una mejoría de la salud de la población. 














Barrio ecológico

Necesitamos incorporar naturaleza al espacio donde vivimos, trabajamos, aprendemos y jugamos, también donde dormimos, crear ecosalud, para estar sanos y felices y somos conscientes de que no basta con una simple maceta.

El alejamiento de lo natural, en particular ese intento suicida de “asfaltar el mundo” se traduce en alteración del clima, favorece el cambio climático, con extinción de especies tan esenciales como los insectos polinizadores, o las aves insectívoras.

Este colapso de la biodiversidad puede estar en el origen de la ola de epidemias que sufrimos cada pocos años (Influenza H5N8, SARS, MERS, H2N5, Gripe Aviar HSN1, Gripe Porcina H1N1... la famosa gripe A), hasta la catastrófica pandemia del coronavirus.

Necesitamos ecologizar el mundo... absorber carbono, proteger los bosques, los ríos y los océanos, recuperar biodiversidad y sobre todo crear ciudades en armonía con la naturaleza, donde los paisajes urbanos sean menos tecnológicos y más naturales.

El nuevo “ecourbanismo” debe armonizar naturaleza y tecnología, por ejemplo plantando árboles y creando corredores verdes, facilitando el acceso del ciudadano a los espacios naturales, considerando las rutas migratorias de aves, y facilitando la supervivencia de abejas y mariposas.

La ciudad ecológica debe incorporar techos verdes, patios verdes, jardines verticales, pavimentos blandos, permeables, para crear un hábitat urbano sin riesgo de inundación, sin polución... con aire limpio y fresco.

Podemos repoblar el campo, facilitar la recuperación de pueblos abandonados y potenciar las comunicaciones y los servicios de las pequeñas ciudades... vitalizando la España vaciada. Bosques y praderas comestibles, granjas orgánicas, artesanos de lo natural, escuelas de naturaleza y salud... interconectados por Internet. Más naturaleza, significa riqueza económica, revaloriza las propiedades, y crea nuevos empleos verdes.

Este cambio de conciencia empieza por la educación, por ejemplo podemos enseñar a los niños a cultivar y cocinar sus alimentos, a construir un refugio, a sobrevivir en el medio natural, a observar el flujo de la vida, para lograr una mente híbrida que aúne la tecnología y la naturaleza, integrando el mundo mundo natural y virtual.

Y desde luego podemos educar a los maestros, a los médicos, a los arquitectos, a los sociólogos, y por supuesto a los políticos, en una nueva disciplina transversal, la salud ambiental. Debemos descubrir que el déficit de naturaleza, igual que el exceso de tecnología, pone en peligro a las nuevas generaciones. Sabemos que la inversión en naturaleza tiene beneficios tangibles, tanto en salud como en economía.

Beneficios del contacto con la naturaleza

Si queremos una mejora física, psicológica y espiritual, podemos recuperar prácticas de salud como el baño de bosque, permitir a los niños mancharse de barro, pisar la tierra descalzo para descargar el electroestrés.

Son evidentes los beneficios del medio natural, basta con hacer escapadas a entornos naturales para notar beneficios como:

  • Disminución de la presión arterial

  • Bajar los niveles de ansiedad o depresión, déficit de atención o hiperactividad.

  • Mejora del sueño.

  • Fortalecimiento del sistema inmune.

  • Mejora de la autoestima.

  • Mayor capacidad de atención.

  • Incremento de la energía y la vitalidad.

  • Incremento de la capacidad cerebral y de la claridad del pensamiento.

  • Mejora de la creatividad y la intuición.

Según los expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), la ciudad del futuro debe ser una ciudad verde, una ciudad que integre arquitectura y naturaleza.

Reconocemos la conexión con la naturaleza como un derecho humano esencial, y hace años que propugnamos el reconocimiento formal de Los Derechos Vitales.

© Carlos Martínez Requejo

Capítulo del programa de formación en Domobiótica “Casa Sana o Casa Enferma” Ed. 2020.

Palabras clave:  Síndrome Heidi, trastorno por déficit de naturaleza, armonía con el medio natural, baño de bosque, pisar tierra, arquitectura verde, barrio ecológico, ecourbanismo.