Construye tu Área Blanca
Podemos crear un “hábitat blanco” en nuestra casa, protegida
del cóctel electroquímico del entorno.
La
invasión de tecnologías agresivas en el medio residencial exige espacios libres
de polución. En particular la creciente electropolución lleva a afectados de
electrosensibilidad a huir de la ciudad, e incluso a vivir bajo tierra, para
superar el síndrome de las microondas. En Francia esta alarma social se
concreta en la creación del primer “Ecovillage Zone Blanche-Zone Santé” para
personas electrohipersensibles, y recientemente se inaugura otra “zona blanca”
en Italia.
Además de electropolución, se habla de
sensibilidad química, como la chica burbuja de Valencia, nos preocupa el ruido
de discotecas y aeropuertos, y surgen denuncias por intoxicación por mercurio,
presente en amalgamas, vacunas y en el pescado, como reconoce la OMS.
Como denunciamos en el
Manifiesto de Barcelona (2008), el grupo de expertos de Domosalud observamos un
incremento exponencial de las
afecciones de origen ambiental, que pueden afectar a más del 20% de la
población. Se concretan en trastornos neuropsiquiátricos, cardiovasculares,
reumáticos y alérgicos (polen, polvo, ácaros…), además de lipoatrofía,
fibromialgia, fatiga crónica, sensibilidad química, electrosensibilidad, etc.
Estas patologías de sensibilidad ambiental surgen de una exposición crónica a la polución
físico-química de un entorno urbano tóxico, un cóctel electroquímico peligroso.
El informe Greenpeace sobre el polvo doméstico encuentra más de 100
productos químicos tóxicos dentro de nuestras casas, a veces en triple
concentración que en la atmósfera del exterior.
Los afectados de sensibilidad ambiental
múltiple necesitan un entorno sin polución para vivir. En una zona blanca se controla la contaminación química, eléctrica,
magnética, acústica, vibratoria, biológica… así como las domopatías típicas del
edificio enfermo.
En el entorno de
la bioconstrucción es frecuente oir la opinión radical que “solo podemos tener
una casa sana en un ambiente rural, de montaña…”, pero es imposible que todos nos vayamos a
vivir al campo y menos a la alta montaña, el ecosistema no soportaría el
impacto.
Conocemos el
caso de personas sensibles que huyen buscando una zona blanca y se van a 200 km
de la ciudad, por ejemplo a Sant Carles de la Rápita. Ignorando la fumigación
con agroquímicos en los cultivos intensivos de los arrozales de L’Encanyissada,
y de todo el Delta, lo que afecta a la calidad del aire, del agua y de los
alimentos. Otro caso ha llevado a una persona electrosensible a vivir en una
casa pairal del siglo XVI, de piedra y adobe, sin reparar que a menos de 500
metros existe una granja porcina cuyos purines emiten olores molestos y
tóxicos. Y por supuesto estos entornos rurales están afectados por radiaciones
de alta tensión, telefonía móvil, inalámbricos, Wifi o Wimax.
A efectos prácticos, para muchas personas
sensibles será imposible vivir en una zona blanca, sea en los Pirineos, el
Maestrazgo o la Serranía de Ronda, porque tienen compromisos cotidianos, como
familia, escuela o trabajo, y deben permanecer en la ciudad a pesar de la
polución.
Por otro lado, la creación de zonas
blancas en espacios naturales vírgenes puede acabar siendo un “ghetto” para los
sujetos hipersensibles, segregados por la sociedad como leprosos o ermitaños.
Por ello, el grupo de expertos de Domosalud propone crear Áreas Blancas en el
entorno urbano, idealmente espacios sin polución.
Que es un Área Blanca
El
concepto de Área Blanca define un hábitat sano en el medio urbano. Es posible tener un ambiente saludable en la ciudad, si se tienen claros
los criterios de salud ambiental.
Es aplicable en las viviendas y en cualquier empresa. El Área Blanca podría
convertirse en norma creando la eco-manzana o el eco-barrio, humanizando la
ciudad.
Un área blanca, o hábitat blanco, es el entorno
saludable que precisan las personas con hipersensibilidad ambiental, como los
alérgicos, asmáticos, bronquíticos, y los afectados de sensibilidad química o
electrosensibilidad.
El grupo de expertos de Domosalud propone como Área Blanca
cualquier hábitat artificial donde se respetan en lo posible los criterios
ambientales de Zona Blanca - Zona Cero. Del mismo modo que la “zona no
fumadores”, un Área Blanca será un espacio sin humo, sin olores, sin tóxicos,
sin ruido y también sin radiaciones, o sea con polución cero (o casi).
Una vez definida y normalizada, la
certificación de Área Blanca de Domosalud podrá generalizarse como una
referencia de salubridad ambiental, y aplicarse en los centros médicos, en
particular a quirófanos, neonatos, UCI, UVI, etc. Y también en todos los
“espacios sensibles”, como guarderías, escuelas, asilos, hoteles, balnearios,
etc.
Construye tu Área Blanca
Tener
un hábitat blanco suele exigir el blindaje físico de las radiaciones (microwave
filter), un escudo frente a las radiaciones electromagnéticas recomendado por
Next-Up (France). Deben considerarse las radiaciones de alta frecuencia (1-5
GHz) como las de baja frecuencia (50 Hz), y tanto las fuentes externas, como
las internas de la propia vivienda.
Generalmente también se requiere
aislamiento acústico, filtrado y purificación del aire respirable y del agua
potable, materiales biológicos en construcción, iluminación biodinámica y redes
eléctricas biocompatibles, u otros equipamientos, para garantizar la calidad
ambiental interior.
Esta es nuestra praxis habitual, la
Domoterapia, que es especialmente útil cuando existen sujetos hipersensibles,
enfermos, ancianos o niños, para proteger las viviendas de las inmisiones
nocivas.
Crear un Área Blanca en la casa empieza
por la aplicación de criterios biológicos en la construcción, teniendo por
referencia la Bäubiologie (Standard SBM-2008), como la exclusión de materiales
de construcción tóxicos, especialmente los radiactivos, y la realización de
instalaciones biocompatibles, con diseño armónico.
Como plantea la Bioconstrucción estos
criterios de Áreas Blancas deben aplicarse habitualmente en la construcción de
todas las viviendas, con mayor exigencia en los dormitorios. Garantizando el
descanso y la salud de toda la población, porque todos somos sensibles en algún
grado.
El Área Blanca paso a paso
Podemos
hacer mucho nosotros mismos, y podemos empezar ahora mismo. Aunque algunas de
las medidas preventivas, como la red eléctrica biocompatible, la protección de
las microondas o la calidad del aire, pueden precisar de un experto
domoterapeuta, con precauciones sencillas podemos reducir la polución en casa o
en el trabajo.
Al elegir la casa podemos elejir vivir lejos de
focos de polución importantes (transformadores, alta tensión, antenas,
fábricas, nucleares, etc.). Pero también podemos prestar atención a los
pequeños focos dentro de casa. Estas precauciones han de ser mayores en los
dormitorios, y en particular si hay mujeres embarazadas, niños o ancianos en la
casa, que deben ser considerados “público sensible”.
Calidad del aire. La calidad del aire interior,
y en particular la ionización atmosférica, determinan el ambiente bioeléctrico
de un edificio. El edificio moderno hermético, demasiado electrificado, y mal
ventilado crea el síndrome del Föehn, llamado el “viento de las brujas”. Una
atmósfera agobiante, cargada de iones positivos, facilita la proliferación de
bacterias, hongos y otras plagas.
La calidad del aire que respiramos es vital y podemos mejorar
la ventilación de la casa, renovando el aire fresco y el contenido de O2.
Con personas hipersensibles, asmáticas o alérgicas es vital evitar la
contaminación externa (CFC, benceno, etc.). Podemos instalar un purificador de
aire y eliminar la polución, filtrando gases, polvo, fibras y partículas, con
un filtro de carbono y un filtro HEPA.
Podemos controlar la humedad relativa del
aire, y podemos usar un ionizador, generando prana vital con iones negativos
(aniones), un aire medicinal con la sensación agradable de frescor, relax y
bienestar que se percibe en el bosque, a la orilla de un arroyo o junto al mar,
vitalizando nuestro hábitat.
Para todo ello podemos usar equipos
electrónicos, o preferentemente la plantas purificadoras que recomienda el Dr.
Wolverton de la NASA. Especies comunes como ficus, aloe, areca, potos o
crisantemo son muy eficaces en eliminar tóxicos en aire, como benceno o
formaldehído, equilibrando la humedad y restituyendo oxígeno puro, cargado de
iones negativos.
Agentes tóxicos. Para reducir la carga tóxica podemos
evitar los materiales de construcción y decoración peligrosos, como uralita,
PVC, fibra de vidrio, lana de roca, pladur, pergo, formica, silestone,
aglomerados, plásticos, pinturas, colas, resinas, etc., productos que emiten
partículas tóxicas, disolventes, formaldehído, dioxinas, bisfenol, ftalatos,
radón, etc. Alternativamente podemos usar los materiales recomendados en
bioconstrucción, empezando por los más naturales de uso tradicional, como la
madera, el barro y la cal.
Podemos reducir el uso de productos químicos de
síntesis habituales (lejía, suavizante,
limpiadores, disolventes, perfumes), evitando los organoclorados y usar
química blanda, o productos naturales.
Podemos evitar los materiales eléctricamente
aislantes, como los laminados plásticos, que generan carga electrostática en
pavimentos y revestimientos de la casa, usando materiales como madera, barro o
piedra, y pinturas biológicas.
Con sencillas precauciones podemos
reducir la proliferación de agentes biológicos como ácaros,
aspergillus, legionella, insectos, hongos y bacterias que nos infectan,
especialmente reduciendo la carga eléctrica y la humedad ambiental.
Electromagnetismo. Quizás no queremos prescindir
completamente de los electrodomésticos modernos, pero podemos eliminar el campo
eléctrico permanente que genera la red eléctrica alterna a 220 V, con líneas
apantalladas, o usando un bioswich. Podemos y debemos instalar una toma de
tierra de baja impedancia (menor que 6 ohmios).
Podemos evitar permanecer cerca de los
campos electromagnéticos del horno, microondas y vitrocerámica. Podemos alejar
todo aparato eléctrico de la cabecera de la cama, como un radiorreloj o un
lamparita halógena, pues llevan un transformador. Generalmente bastará una distancia de seguridad de 50-75 cm
para minimizar la electropolución.
Debemos evitar la contaminación
electromagnética que causan las reactancias y transformadores de las
luminarias, usando reactancias electrónicas y evitan el pulso óptico y
eléctrico a 50 Hz.
Debemos evitar el uso del Wifi para
conectarnos a Internet, usando la conexión ADSl por cable. También podemos
evitar o minimizar el uso del teléfono móvil, y especialmente el teléfono
inalámbrico (tipo DECT), y prohibir totalmente el uso por los menores de
smartphones, videoconsolas, tabletas y similares.
Y si detectamos antenas de telefonía cercanas,
podemos acudir a un especialista que realice el apantallado electromagnético de
la fachada de la casa, empezando por las ventanas.
Iluminación.
Dicen que “en la casa que entra el sol no entra el médico”, sin embargo
en una gran parte de viviendas el sol es escaso o nulo gran parte del año.
Según las investigaciones en fotobiología la falta de luz del sol puede favorecer
raquitismo, descalcificación ósea, cansancio crónico, estrés y depresión.
En invierno, y en horario nocturno,
podemos usar iluminación biológica con lámparas “fullspectrum”, con temperatura
de color entre 5400 y 6500 °K, con todo el espectro luminoso del sol.
También debemos incrementar la escasa cantidad
de luz ambiente, con un mínimo de 500-800 lux, adaptando la cantidad de luz a
las necesidades de cada espacio y de cada actividad. Más aún, nuestra
iluminación debe ser biodinámica, esto es cambiante en color e intensidad a lo
largo del día, del mismo modo que lo hace la luz solar para estimular la
glándula pineal de acuerdo al ciclo circadiano. Una iluminación vitalizante
levanta el estado de ánimo, estimula la creatividad y mejora el sistema inmunitario.
En el diseño de un ambiente, debemos
considerar la arquitectura de la luz, valorando el ciclo diurno y la cantidad
de luz, según el uso del espacio, la calidad de esa luz, especialmente su
color, y además del contraste, la distribución funcional, y la estética del espacio.
Acústica. Hoy sabemos que el ruido crónico es
directamente cancerígeno, además de agotarnos y dejarnos progresivamente
sordos. Podemos reducir el ruido audible y las vibraciones infrasónicas, dando
preferencia a los materiales pesados como adobe, ladrillo macizo o piedra, en
vez de tabiques ligeros de cartón-yeso.
Podemos usar en los muros materiales
aislantes naturales como corcho y cubrir las ventanas con cortinajes densos,
pues el ruido fatiga el sistema inmunitario. Al hacerlo también ahorramos
energía, mejorando el aislamiento térmico y la calidad del descanso.
Geopatologías. No debemos olvidar las patologías
telúricas y podemos desarrollar nuestra sensibilidad, u observar donde duerme
nuestro perro, para evitar dormir sobre una corriente de agua subterránea,
fracturas u otras anomalías geofísicas del subsuelo, y ubicar la cama en el
buen sitio, con la cabecera orientada al Norte magnético.
Limpiar y vaciar. El viejo consejo del feng’shui es
especialmente necesario para los afectados de sensibilidad química. El primer
paso es simplificar la habitación, eliminando todos los aparatos eléctricos,
con pocos muebles, sin libros, cuadros ni objetos o rincones donde se acumula
el polvo y crecen hongos y parásitos.
La limpieza debe ser exhaustiva, y una
vez a la semana muy a fondo. Debemos usar productos naturales como sal marina,
bicarbonato, agua oxigenada, alcohol, limón, vinagre, cera virgen o jabón de
Marsella.
Higiene ambiental
Especialmente
si tenemos hipersensibilidad ambiental podemos tomar diariamente el sol,
preferentemente temprano, y pasar el mayor tiempo posible en contacto con la
naturaleza. Al respirar aire puro y beber agua de manantial nos desintoxicamos,
y solo con pisar el césped o la arena de la playa descargamos la electricidad
corporal a tierra.
También podemos usar vestuario de fibras
naturales (algodón, lino, seda…) y calzado de materiales naturales (cuero,
latex, esparto…), para evitar acumular carga eléctrica, reduciendo el
electroestrés, recuperando la creatividad y mejorando el sistema inmunitario.
Podemos comer alimentos sanos, evitando
el consumo de agua y alimentos desnaturalizados, o contaminados, especialmente
por pesticidas y abonos, hormonas, mercurio y otros metales pesados.
Y si no encontramos en nuestra comarca un
experto en domoterapia para construir nuestro hábitat blanco, con certificación
de Área Blanca, podemos estudiar, pues el Master de Baubiologie IBN se imparte
a distancia (On-line), en módulos accesibles a todos los públicos, y seguramente
es la mejor inversión de salud para sobrevivir en entornos tóxicos.
La creación de áreas blancas y el control
del cóctel electroquímico que nos invade, es recomendable para todos y debe
considerarse como una medicina preventiva. La higiene ambiental mejora la salud
pública, reduce el absentismo laboral, mejora el rendimiento en el trabajo y el
estudio, y ahorra al país enormes costes sociales y económicos.
©
Carlos Martínez Requejo. Ago.2013
Arquitecto
interiorista - Domoterapeuta
Director
de Domobiotik. Vicepresidente de Domosalud.
Referencias / Links
- Standard SBM-2008
http://www.baubiologie.es/pdf/Estandard%20SBMnorma.pdf
- Consumiendo Química
http://www.greenpeace.org/espana/es/reports/consumiendo-qu-mica/
- Manifiesto de Barcelona
http://domosalud.blogspot.com.es/2008/06/manifiesto-de-barcelona.html
- Normativa Zona Blanca
http://domosalud.blogspot.com.es/2013/09/zona-blanca-propuesta-de-normativa.html
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Artículo publicado en el Boletín GEA. Otoño 2013.
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