sábado, 16 de noviembre de 2013

Casa Sana y SQM

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Una vivienda sin tóxicos
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Sensibilidad química múltiple y cóctel electroquímico

Con frecuencia arquitectos y constructores nos preguntan cuales son los contaminantes más frecuentes en casos de sensibilidad química múltiple, y como hacer una vivienda libre del cóctel electroquímico. A esta pregunta debo responder que los agresores ambientales son muy variables según el perfil clínico de cada sujeto.


En algunos de los casos más graves de SQM la causa son los metales pesados, en particular el mercurio. Sin embargo, en otros son los productos químicos más comunes usados en limpieza e higiene, como lejía, champú, suavizantes, blanqueadores, ambientadores, desodorantes, cosméticos, etc.
Tenemos muchos casos de afectados por las pinturas y barnices, que generan compuestos orgánicos volátiles (COV), especialmente los disolventes, pero también liberan polvo y partículas. El arquitecto debe considerar que la pintura es una envolvente, a veces total, del espacio habitable. En la casa casi siempre está presente el formaldehido en el mobiliario de tablero aglomerado, y muy a menudo el amianto (Uralita), en aislamientos.
A esto se suma la contaminación biológica (hongos, bacterias, virus), que proliferan más fácilmente en el entorno nocivo del edificio enfermo. Por ejemplo los hongos que abundan en un armario ropero, o los parásitos del papel típicos de una biblioteca.

El primer marco de referencia para una vivienda saludable es el Standard de Medición en Baubiologie SMB/2008, como enseñamos en el master de bioconstrucción que impartimos en la Universitat de Lleida, con el respaldo del IBN alemán. Este estándar fija los criterios básicos de bioconstrucción que son válidos para el 90% de la población.
En general en bioconstrucción se aconsejan materiales naturales, como piedra, barro, madera… pero no todo lo natural es sano. El granito o la pizarra son naturales y pueden ser muy radiactivos. Igual pasa con la madera, con sujetos sensibles es preciso evitar las maderas de coníferas, que como todas las maderas aromáticas emiten Terpenos, que dan problemas de hipersensibilidad a mucha gente. Para personas con SQM hay que preferir las maderas duras (haya, roble, etc.).

La dificultad de evaluar los impactos ambientales, sean químicos, físicos o biológicos, es que nunca vienen solos, y se producen efectos sinérgicos poco estudiados, que incrementan exponencialmente el riesgo sanitario.
En el entorno ecologista vemos que surgen campañas bien intencionadas como los movimientos “Anti-Antenas” o la más reciente de “Hogar sin tóxicos“, pero adolecen de una visión parcial, pues solo miran un tipo de agresor ambiental.
Estamos respirando un auténtico ”cóctel electroquímico” a veces con cientos de componentes tóxicos simultáneos, como nos muestra el trabajo de investigación de Greenpeace “La Casa Intoxicada”, también conocido con el título de “Consumiendo Química”.

Como vemos “hacer una vivienda sin químicos” no es suficiente para el afectado de SQM, porque a nivel biológico se trata siempre de respuestas electroquímicas, que son inseparables.
Esta sopa de químicos tóxicos está activada por la contaminación electromagnética (radiactiva, eléctrica, magnética, etc.), que la hace más nociva, creando radicales libres muy agresivos.
La contaminación energética tiene además un efecto depresor sobre el sistema inmunitario, reduciendo el umbral de tolerancia del sujeto ante los agresores químicos y/o biológicos. Igual pasa con el ruido ambiental, o las vibraciones infrasónicas (inaudibles). Dañan las defensas y son directamente cancerígenos.

En vez de la visión unilateral, necesariamente parcial, que diagnostica sensibilidad química o electromagnética, deberíamos hablar de hipersensibilidad ambiental múltiple. Esta puede ser química, eléctrica, magnética, lumínica, térmica, acústica, biológica, psicológica, social, etc., en mayor o menor proporción según los casos. Un perfil patológico que se manifiesta más o menos agudo en uno o varios de estos aspectos, según cual haya sido el factor agresor inicial, que suele ser el desencadenante del cuadro clínico.

El criterio general de “salud ambiental” se expone en el Manifiesto de Barcelona, elaborado por el grupo de expertos de Domosalud que coordino, y que considera diversos factores ambientales nocivos:
-       Contaminación eléctrica y magnética en general.
-       Contaminación físico/química.
-       Contaminación acústica y vibratoria.
-       Contaminación biológica.
-       Patologías del edificio enfermo.

Y no debemos olvidar los aspectos perceptuales del edificio (cultura, estética), ni los factores psico-sociales.

Por lo tanto para lograr SALUD AMBIENTAL, debemos exigir una actuación preventiva ante los riesgos sanitarios de la polución ambiental (química, eléctrica, magnética, lumínica, térmica, acústica, biológica, psicológica, social, etc.), considerando todos los factores agresores, en aplicación del principio de precaución.

Una persona con hipersensibilidad ambiental múltiple debe cuidar los materiales de su entorno, empezando por el vestido y el calzado, purificar el aire interior de la casa, y también el agua potable, y debe cuidar los alimentos evitando pesticidas, hormonas, antibióticos, transgénicos, irradiados, etc.

La conclusión es que el proyecto de una casa libre de tóxicos debe ser un proyecto a medida, diseñado con criterios biológicos en función del perfil clínico del usuario. Espero que estas breves notas aporten algunas referencias para proyectar, construir o reformar una casa libre de tóxicos.

© Carlos Requejo. Noviembre 2013.
www.greenpeace.org/espana/Global/espana/.../consumiendo-qu-mica.pdf‎
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