BIOMETEOROLOGÍA TEMPORAL… MENTE
Jornada sobre Meteorología y Salud Humana.
CCCB. Barcelona 6 Octubre 2006
El pasado 6 de Octubre se ha celebrado en Barcelona una jornada con el sugerente titulo de BIOMETEOROLOGÍA TEMPORAL… MENTE? organizada por el CUIMPB, Centre Enest Lluch. Una sesión científica abierta por Blanca Vilá,directora académica del CUIMPB, y presentada por Antonio Bulbena psiquiatra y Tomás Molina meteorólogo de Televisión de Cataluña.
La información aportada por esta jornada científica ha sido interesante para los especialistas en calidad ambiental, y edificios enfermos, pues en esencia nos confirman con un lenguaje científico lo que venimos diciendo en el ámbito de la Geobiología y la Bioconstrucción desde hace años, somos "sensibles al tiempo".
Lo más interesante quizá fue la primera ponencia, J. A. Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, bajo el título De la Física a la Mente, nos habló sobre la existencia de relojes biológicos, la Cronobiología, analizando el modo en que nuestros biorritmos físicos y psíquicos son afectados por los ciclos naturales.
El más evidente es el ciclo circadiano de 24 h, producido por la alternancia diaria de luz-oscuridad, el fotoperiodo, que regula el ciclo de sueño-vigilia y hace variar cada día muchas constantes fisiológicas, como la tolerancia a los fármacos, la fuerza muscular o la temperatura corporal.
Pero también hay un evidente ciclo anual, causado por las estaciones, por ejemplo la disminución de la luz en otoño-invierno es la causa del Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un síndrome depresivo que nos lleva a encerrarnos en casa e hivernar como un oso. En estos casos es útil una sesión de luminoterapia, con luz brillante de amplio espectro, de 2.500-10.000 lux, durante 30 minutos cada mañana.
También nos afecta el color de la luz, y las ondas azules (460 nm) producen la máxima eficiencia mental (memoria, atención), mientras que los tonos anaranjados y rojos, como los de una puesta de sol, favorecen el sueño nocturno.
El meteorólogo Cunillera, doctor en Física, que señaló la diferencia entre el tiempo y el clima, definiendo el clima como el estado medio de las variables meteorológicas una zona a largo plazo, y el tiempo como las condiciones meteorológicas en un momento y lugar dado, definida por la temperatura, la presión, los vientos, las precipitaciones, etc. y por los factores geográficos, como latitud, orografía, proximidad al mar, etc.
El doctor San Gil, como psiquiatra y meteorólogo, nos habló de alisios y vientos saharianos, y de las urgencias psiquiátricas en Canarias, realizando un análisis meteorotrópico de las urgencias en psiquiatría y su relación causa-efecto con el tiempo atmosférico. Está demostrado científicamente que la meteorología nos afecta física y psíquicamente, por ejemplo produce estrés y ansiedad, estrés meteorológico, y están documentados efectos fisiológicos, en particular dolores reumáticos, que afectan en los casos de artritis y artrosis, los llamados efectos barométricos, pero como nos expuso J. Vergés, el cambio eléctrico nos llega antes que el barométrico, aunque esto lo sabe cualquier pastor.
Existe el “efecto viento” debido a la carga iónica del aire como expuso A. Bulbena, director del IAPS, existe una “meteorosensibilidad” conocida desde Hipócrates, S. IV aC, debida a vientos fuertemente ionizados como el föhen, chinook, siroco, tramontana, etc.
Recientemente el Hospital del Mar ha documentado el incremento de la ansiedad y ataques de pánico cuando sopla viento terral (más del 300%). Pero no se mencionó el föehn permanente que genera el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE).
Y por supuesto existe el “efecto luz” como expuso J. M. Goikolea, psiquiatra adjunto del CSMA, la iluminación ambiental, natural o artificial, influye en las defensas, el estado de ánimo o la depresión, dado que a través de la retina y el hipotálamo, altera el ciclo de la glándula pineal (melatonina-serotonina). A causa del cual hace años que los domoterapeutas recomendamos la iluminación biológica como una fototerapia ambiental permanente. La cantidad de luz afecta al apetito y la energía, altera el estado de ánimo, modifica el peso y afecta a todos los aspectos de la vida humana.
Sin embargo la ponente L. Sperry (una becaria del Hospital del Mar) no ha sabido documentar en su estudio el “efecto luna”, lo que es desolador, pues hay miles de evidencias referenciadas desde la antigüedad, ya los poetas y los enamorados, como los alquimistas sabían del poderoso efecto fotoquímico de la luz polarizada de la luna.
Para terminar, el periodista y escritor X. Febrés, nos recordó la sabiduría popular respecto a la meteorología sobre la Tramontana. El acto fue clausurado por el catedrático de psiquiatría A. Tobeña, al fin parece que estos prestigiosos científicos del CUIMPB se han leído aquellas investigaciones de los años cincuenta sobre biometeorología, que los domoterapeutas ya usamos hace años, como he expuesto y estrito en tantas ocasiones.
El hábitat artificial, la tendencia a la “constancia ambiental”, por la climatiización y la iluminación artificial, produce una rotura de los biorritmos naturales que baja las defensas e incrementa el riesgo de cáncer y otras enfermedades degenerativas, mientras que el contacto con la Naturaleza, expuestos a los cambios del viento, el sol y la luna, sincroniza nuestros biorritmos y asegura la salud.
© Carlos M. Requejo. 2006.
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