miércoles, 10 de marzo de 2010

HÁBITAT ECOLÓGICO

Bioconstrucción, arquitectura y salud

Introducción
La calidad del hábitat en el entorno urbano y arquitectónico tiene múltiples interacciones sanitarias que intentaremos señalar brevemente, pues la exposición crónica y habitual a ruido, radiaciones y elementos tóxicos del hábitat, afecta a la salud humana.
La polución del aire respirable, los materiales constructivos y decorativos potencialmente tóxicos, las instalaciones técnicas, el ruido y vibraciones, como las radiaciones electromagnéticas artificiales o las anomalías geofísicas, presentes en nuestras casas, escuelas y entornos de trabajo, constituyen una interacción física, química y energética que afecta a la salud pública.

Huella ecológica
Sabemos que la actividad inmobiliaria, construcción y deconstrucción, tiene una enorme huella ecológica, pues genera el 60% de toda la contaminación física, química y energética del planeta, considerando residuos, vertidos, efluentes y radiaciones.
Para equilibrarlo la Bioconstrucción (en alemán Bäubiologie, biología de la construcción), considera en primer lugar el impacto del fenómeno urbano sobre el medioambiente externo, el ecosistema natural, con criterios de ecología y sostenibilidad, analizando la ocupación del territorio, el ciclo de vida de los materiales, la polución atmosférica y los residuos.
Pero la Bioconstrucción también analiza el impacto sobre el medio interno, el entorno cerrado del edificio, considerando la bioclimática y la geobiología, definiendo nuevos criterios de “biohabitabilidad” desde el punto de vista de la salud de sus habitantes.
Con estos criterios, la auditoría “domobiótica”, la moderna biología de la casa, busca identificar y evaluar la existencia de factores microambientales en el Edificio Enfermo, valorar las interacciones sobre el confort y la salud humana, proponer criterios de prevención y reducir la huella ecológica.

Calidad del Aire y Edificio Enfermo
Consideramos como “edificio enfermo” el inmueble cuyos factores ambientales internos resultan molestos o nocivos para sus habitantes (Síndrome del Edificio Enfermo). El primer problema identificado es la “calidad del aire”, y según el Instituto de Higiene y Seguridad en el Trabajo el 30% de los edificios laborales están enfermos, donde el aire “mal acondicionado” resulta nocivo para los trabajadores. Con los criterios más amplios y exigentes de la Bioconstrucción el 80% de los edificios pueden ser considerados insanos, o claramente nocivos para las personas.
Con frecuencia, el edificio moderno demasiado electrificado, hermético y mal ventilado crea el síndrome del Föehn, una atmósfera agobiante, cargada de iones positivos, donde proliferan ácaros, aspergillus, legionella, insectos, hongos y bacterias que frecuentemente anidan en los conductos de aire, junto a una nube de fibras, partículas y otras substancias químicas volátiles. Materiales nocivos, como el amianto, fibra de vidrio o PVC, equipos e instalaciones vienen a agravar este cuadro creando un ambiente bioeléctrico alejado del equilibrio del entorno natural.
En los últimos dos años se incrementaron un 35% los casos de asma, y una de las primeras causas es el aumento de la contaminación atmosférica urbana. Según un informe de la McMaster University de Ontario (Canadá), en un ensayo sobre cobayas, al respirar millones de partículas en suspensión en el aire, como el hollín de las combustiones de derivados del petróleo (petroquímica, siderúrgica, tráfico urbano), se producen mutaciones genéticas en los espermatozoides, que se transmiten a la descendencia. Sin embargo, bastaría filtrar las partículas gruesas de hollín (>0,3 µm) para evitar los efectos nocivos sobre el ADN.
Según Greenpeace la mayoría de residuos, hasta cien substancias tóxicas presentes en el polvo doméstico de las viviendas, proceden de productos usuales como insecticidas o limpiadores, y de materiales de construcción y decoración. En su documentado informe “Consumiendo Química”, la organización Greenpeace revela que, debido a la mala ventilación, la polución interior de las viviendas europeas puede ser hasta el 300% mayor que en el medio urbano exterior.
La Bioconstrucción propone una arquitectura ecológica con materiales sanos y una ventilación cruzada por convección natural, que asegure la correcta renovación de aire limpio y fresco. Recordemos que, en una tarea sedentaria, precisamos al menos 10.000 litros de aire por persona y día, y debemos contar además el oxígeno que consumen los animales domésticos, las plantas o las diversas fuentes de combustión.
Los modernos purificadores de aire generan “aire medicinal”, un aire limpio, filtrado y negativamente ionizado, un aire vitalizante como el de un balneario, esta atmósfera limpia reduce el estrés neurológico y las cefaleas, elimina las crisis de ansiedad y los ataques de asma, y minimiza la incidencia de patologías respiratorias y alergias ambientales como la fiebre del heno.

Materiales nocivos
A partir de la prohibición internacional del amianto, sabemos que otros materiales usados en construcción generan emisiones tóxicas (gases, polvo, microfibras), que pueden ser causa de patologías de salud.
Los criterios ecológicos en Bioconstrucción aconsejan el uso de carpintería de madera con vidrios aislantes, evitando el PVC en carpintería y tuberías o los cableados con halógenos, y proponen diseños que aprovechan la energía solar, y otras medidas de ahorro energético y de agua, para minimizar la huella ecológica sobre el medio natural.
La auditoría domobiótica detecta que el ambiente interior de nuestros edificios con frecuencia está contaminado químicamente por las emisiones tóxicas de materiales artificiales usuales (adhesivos, aglomerados, pinturas, melaminas, moquetas, plásticos, PVC, siliconas, fibra de vidrio), que generando tóxicos como el formaldehído, alteran la calidad del aire, no son permeables y producen cargas electrostáticas, lo que incrementa el estrés eléctrico corporal y altera los biorritmos y el confort de las personas.
Modernamente los materiales aislantes de síntesis han desplazado por su menor costo a los más tradicionales, como el corcho, pero han introducido elementos tóxicos en el edificio, y además crean un impacto negativo sobre el entorno. Por ejemplo, al calificar el poliestireno expandido (corcho blanco) como un material no ecológico, consideramos su impacto en el medio natural, pues es un derivado del petróleo que contiene CFC y daña la capa de ozono, y además en su producción se emiten sustancias cancerígenas como el benceno. Pero el poliestireno, como la mayoría de los materiales petroquímicos (plásticos, pinturas acrílicas, PVC, etc.), afecta también a la calidad del entorno interior, ya que por su nula conductibilidad eléctrica (dieléctrico o aislante), produce cargas electrostáticas, además genera emisiones químicas potencialmente tóxicas, y no es duradero pues degenera en pocos años y sufre fácilmente la agresión de los roedores.
Por el contrario, el corcho natural tiene un gran coeficiente aislante, similar al mejor material artificial, la espuma de poliuretano (lambda: 0,029-0,04), y la relación calidad/precio es favorable al corcho, pues está garantizado por toda la vida del edificio, permite la descarga a tierra y no tiene ningún efecto tóxico.
En general los materiales naturales como la piedra, la cerámica, el corcho, la madera o las pinturas y barnices biológicos, usados en Bioconstrucción, no tienen emisiones tóxicas, son conductores, transpirables (permiten respirar los muros), y no plantean riesgos para la salud, pues han pasado un test de calidad durante siglos.
Debido a la falta de regulación, desde hace décadas es habitual usar residuos de centrales térmicas o de minería de fosfatos, las radiactivas fosfogisginas, como componentes del hormigón, además el frecuente uso en construcción de materiales altamente radiactivos, pueden generar exceso de gas Radón e incrementar la radiactividad ambiental de un edificio. Esta nunca debería superar los 150 mR/año, y en los materiales más próximos a nosotros, o en contacto con alimentos como las encimeras, es preferible que no superen los 100 mR/año.
Aunque no dispongamos de un monitor de radiación gamma (contador Geiger-Müller) para medir la radiactividad, podemos elegir materiales de construcción tradicionales, como el biohormigón, mortero de cal, cerámica natural, mármol o piedra arenisca del lugar, evitando el gres, los cementos artificiales o ciertos esmaltes, y en general las rocas cristalinas como el granito, mucho más radiactivas.
En un edificio, más del 60% de la radiactividad ambiental proviene del subsuelo geológico o de los materiales de construcción, por lo que el arquitecto o el promotor deberán consultar previamente al geobiólogo y estudiar el Mapa de Radiación Nuclear (proyecto MARNA), antes de construir en un terreno excesivamente radiactivo.

Lugares nocivos
A la hora de definir el “buen sitio” para construir la casa, la Geobiología considera además la afectación por “geopatías”, definiendo las geopatías como anomalías geofísicas que incrementan las energías telúricas de un terreno. Estas geopatías pueden ser frecuentemente causadas por corrientes de agua subterránea, fallas o fracturas de la corteza, oquedades subterráneas, vetas minerales o yacimientos metalíferos.
En la vertical de una alteración geofísica pueden medirse incrementos de la tensión eléctrica del aire, aumento de la ionización positiva, alteraciones geomagnéticas, fuertes emisiones de gas Radón, con alta radiactividad y otras anomalías físicas medibles que afectan a los seres vivos.
Por otro lado, la presión creciente de la especulación del suelo nos lleva a edificar en cualquier sitio disponible, lugares nocivos cerca de líneas eléctricas o factorías, en terrenos contaminados químicamente, afectados por anomalías geofísicas, o con alta radiactividad.

Contaminación electromagnética o Elektrosmog
La contaminación electromagnética (CEM), elektrosmog en Alemania, puede ser generado por múltiples fuentes, como líneas de Alta Tensión, transformadores, antenas de Telefonía Móvil, ordenadores y electrodomésticos.
Desde hace algunos años la electropolución es causa de alarma social, y en España muchos municipios han dictado moratorias para detener el despliegue de las nuevas antenas UMTS o líneas de alto voltaje.
La invasión de nuevos dispositivos wireless (sin cable), como los teléfonos inalámbricos tipo DECT, o las nuevas tecnologías ADSL, WiFi o Bluetooth, basados en microondas, viene a sobrecargar de radiofrecuencias un ambiente ya muy irradiado por contaminación electromagnética.
En España existe un gran vacío legal y normativo sobre la contaminación electromagnética, pues la norma solo considera los efectos biológicos a corto plazo y no puede considerarse una referencia segura para valorar el riesgo sanitario a largo plazo. La investigación oficial sobre radiaciones no ionizantes, solo contempla el efecto térmico causado por las corrientes inducidas, y no considera los recientes avances en Bioelectromagnetismo que encuentran “efectos no térmicos”, especialmente la permeabilidad cerebral. Las normas sobre electromagnetismo vigentes en España aceptan dosis de irradiación muy por encima de los umbrales biológicos recomendados en otros países, mientras que la Resolución de Salzburgo y el Parlamento Europeo recomiendan la aplicación del “principio de precaución”.
El riesgo sanitario es mayor para las personas electrosensibles, alérgicos, asmáticos, ancianos y enfermos en general, y para la población de alto riesgo, como embarazadas, fetos, bebés, niños y adolescentes, en especial durante el ciclo nocturno cuando nuestro metabolismo basal es mínimo.
La investigación epidemiológica y la realización de un mapa de radiación permitiría visualizar la interacción de la polución electromagnética con el espacio habitable. Deben evaluarse los CEM de todas la fuentes y en todas las frecuencias, pues la planificación electromagnética en el tejido urbano reduce el gasto sanitario, incrementa el rendimiento laboral y mejora la salud pública.
Por ejemplo, el uso generalizado de las pantallas filtrantes de microondas, materiales protectores de radioemisiones que son standard en Austria, Suiza o Italia, permiten aislar techos, muros o ventanas, con atenuación de microondas hasta el 99,9% dentro de la vivienda. Tras el blindaje de la radiación incidente en la casa los efectos biológicos se reducen o desaparecen a corto plazo.
El ambiente bioeléctrico de nuestras casas, frecuentemente está muy alterado por el gran uso de plásticos, melaminas y pinturas sintéticas (todos ellos eléctricamente aislantes), que por su gran superficie relativa afectan en gran manera el equilibrio químico y electrostático del entorno interior del edificio.
Este fenómeno electrostático ocurre también con el asfalto y el hormigón (dieléctricos), que contribuyen a hacer estresantes e inhabitables nuestras ciudades, pues la tensión eléctrica del cuerpo humano, pasa fácilmente de los 100-500 mV sanos y biológicos hasta 15.000 y 20.000 mV en un medio con contaminación electromagnética como una oficina moderna.
Una casa eléctricamente aislada además nos desconecta eléctricamente del medio natural, impide la descarga a tierra del cuerpo humano, incrementa la tensión eléctrica del aire y favorece la aparición de iones positivos. Y debemos saber que un ambiente eléctricamente cargado potencia la proliferación de las colonias bacterianas e incrementa la agresividad electroquímica de cualquier contaminante químico (benceno, aldehídos, etc.), pues se generan millones de radicales libres, potencialmente cancerígenos.
La frecuente presencia de elementos metálicos (armaduras, mallazo, tuberías, etc.), exige una derivación a tierra independiente de la toma de tierra eléctrica. En Bioconstrucción debemos preferir la fábrica maciza en muros y pilares, la bovedilla de cerámica, etc., evitando el uso innecesario de hormigón armado con tetracero, que crea efecto antena y aislamiento eléctrico (efecto Caja de Faraday), por lo que los estudios de arquitectura ecológicos se plantean como alternativa mallas de fibra de carbono, incluso cáñamo, bambú y otros materiales no ferromagnéticos como armadura.
La tensión eléctrica dentro del edificio, se incrementa también por la electropolución interior, debida a campos eléctricos y magnéticos producidos por electrodomésticos, ordenadores, impresoras, climatizadores, fluorescentes, televisión y otras instalaciones eléctricas. Y cada día más frecuentemente, en muchos espacios públicos (bancos, centros comerciales, parkings, metro), se instalan antenas emisoras “indoor” de telefonía móvil (picoantenas), lo que incrementa la radiación ambiental y los problemas de salud de personal y clientes que, a largo plazo, pueden afectar al ADN y al sistema inmunitario.
A corto plazo, las domopatías causan insomnio, fatiga y estrés psicofísico, e incluso depresión, pero a largo plazo un edificio enfermo puede causar enfermedades orgánicas. Sin embargo, una pequeña inversión de mejora, con el consejo de un profesional que realizará una Auditoría Domobiótica, eliminará los focos de esta polución y creará un ambiente sano y natural, con un incremento de la calidad de vida del usuario del inmueble.
Al evaluar el potencial impacto sanitario del electromagnetismo consideraremos la conveniencia de instalar redes eléctricas blindadas, realizar tomas de tierra de muy baja impedancia (<5 Ω) y utilizar materiales o equipos de neutralización electromagnética (pantallas de microondas, mu-metal, bioswich, etc.), que garanticen el relax y la salud del cliente. Electrosensibilidad y ruido electrónico
La polución electromagnética crónica y habitual, especialmente en el medio urbano, hace que surja la "electrosensibilidad" como una patología sanitaria creciente, como alertan miles de médicos en el Llamamiento de Friburgo o la Declaración de Alcalá. El llamado Síndrome de Electrosensibilidad (SE), ha sido definido por la Unión Europea (1997), como una Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos (HCEM). Desde 2002, en Suecia se reconoce como incapacidad laboral (invalidez física), según verifica Olle Johansson (Departamento de Neurociencias, Instituto Karolinska, Stockholm). Entre un 20 y 25 % de la población europea, puede ser electrosensible, que pueden ser seriamente afectados con dosis CEM hasta mil veces menores que la población general.
La polución eléctrica es significativa desde los años 50, con la irrupción masiva de los electrodomésticos y la televisión, pero desde primeros del siglo XXI estamos viviendo un gran proliferación inalámbrica, y los argumentos de venta nos informan que el teclado, el ratón, o el teléfono inalámbrico, funcionan sin cables, y anglicismos como cable-free, wireless o cordless, nos informan que podemos estar permanentemente conectados (on-line).
En la última década, aparecen las microondas (MW 1-3 GHz), producidas principalmente por la telefonía móvil, y la proliferación de antenas de telefonía en los tejados han creado una gran alarma social, y las antenas emisoras pronto se duplicarán con el despliegue de la red UMTS de tercera generación.
Recientemente surgen nuevos sistemas wireless, como las redes inalámbricas tipo Bluetooth y WiFi, con un alcance hasta 300 m, y todos estos sistemas wireless emiten microondas similares a la telefonía móvil.
A cambio de este progreso tecnológico, el espacio urbano está saturado de “ruido electrónico”, un ruido de fondo electromagnético que incide permanentemente sobre el sistema nervioso e inmunitario, y que puede incluso percibirse de manera audible, bajo la forma de zumbidos de oídos (acúfenos o tinnitus).
Es casi imposible encontrar un espacio libre de emisiones radioeléctricas, y en aviones y hospitales preocupa la interferencia de la telefonía móvil con los equipos médicos o de navegación. Esta proliferación inalámbrica afecta a todos los seres vivos, y se ha observado que hormigas, murciélagos, ratas, e incluso el ganado vacuno son afectados por las radiaciones electromagnéticas, y recientemente un estudio británico informa de la muerte de más de diez millones de pájaros, en el entorno de las antenas de telefonía.
En uso del principio de precaución, y en defensa de la salud pública es importante tomar medidas legales contra esta invasión del espacio radioeléctrico, con la creación de zonas libres de radiaciones en todas las áreas sensibles como guarderías, colegios, asilos y hospitales, y en particular en todos los dormitorios.
Esta exposición radioeléctrica es involuntaria, indeseada e inadvertida, permanente y además indiscriminada, pues en grados diferentes afecta en la práctica al 100% de la población.
Quizá nos hagan reflexionar las palabras de Olle Johansson del Instituto Karolinska de Suecia: "La principal cuestión científica no reside únicamente en el exacto emplazamiento de las estaciones base, sino en si está bien irradiar a toda la población con microondas, y a sabiendas. Se trata, por supuesto, de un experimento humano a gran escala, con ustedes, conmigo y con los niños de St Andrews incluidos."
El costo sanitario para la población es incalculable, como lo muestra que las principales compañías de seguros (Lloyds, Allianz), excluyen de sus pólizas la cobertura de riesgos electromagnéticos.

Iluminación biológica en la casa sana
Los “urbanitas” pasamos hasta el 80% del tiempo en entornos cerrados, casa, transporte o trabajo, unos recintos opacos, con poca o ninguna la luz solar y la óptica conoce hace tiempo que las radiaciones luminosas, la fracción visible del espectro electromagnético, condicionan la agudeza visual y la percepción de los colores.
Hoy el estado de la investigación en neurociencia permite afirmar que la luz es biodinámica, pues afecta profundamente a la glándula pineal, al sistema endocrino y a través de él a todos los sistemas biológicos. Especialmente, la ausencia de luz solar influye negativamente sobre el estado de ánimo y afecta a la capacidad del cerebro para el manejo rápido de la información.
La iluminación usual en la casa y el trabajo, mal diseñada, monótona y muy escasa, produce falta de atención, desánimo, depresión (TAE), e incrementa el estrés y la fatiga de la jornada, lo que es causa de accidentes, absentismo laboral y bajo rendimiento.
Para sentirnos despiertos y activos, precisamos una luz biológica de intensidad mayor que 800 a 1000 lux (llamado umbral brigth ligth), que dice a nuestro sistema nervioso que ya es de día, y nos despierta el ánimo, sin necesidad de estímulos químicos como café o tabaco.
La fotobiología nos dice que la percepción de la luz brillante por la glándula pineal, inhibe la secreción de melatonina, la hormona del sueño, y proporciona al cerebro serotonina, la hormona de la actividad.
Por el contrario, la estimulación lumínica o electromagnética de la glándula pineal antes de dormir, a causa del ordenador o la televisión, retrasa y reduce el producción de melatonina y es la causa de insomnio crónico y dificultades para el descanso neurofisiológico.
Es particularmente significativo el parpadeo lumínico de los tubos fluorescentes, que al igual que las pantallas de televisión y ordenadores, impacta 50 veces por segundo sobre nuestra retina. Tanto el campo electromagnético como el efecto estroboscópico, se evita fácilmente con las modernas reactancias electrónicas.
Recordemos que la luz visible es la parte central del llamado espectro electromagnético, una banda de radiación ante la que presentamos una aguda sensibilidad y percepción sensorial, por tanto el color, la frecuencia, y la cantidad, la intensidad energética, de la iluminación artificial definen una casa sana, pues la luz es significativa para la salud y el rendimiento laboral.

Ahorro energético y Bioclimática
La Bioconstrucción da mucha importancia a la arquitectura bioclimática, y para ello estudia la planificación urbanística y la ubicación de la edificación, la orientación solar y eólica, el aislamiento térmico, el aprovechamiento energético y de otros recursos como el agua, para lograr la eficiencia y el confort de los edificios. Como ya ocurre en Suecia o Austria, la implantación de criterios bioclimáticos en los edificios, permite fácilmente un ahorro del 40-60% de energía.
El uso de energías alternativas y de los diseños bioclimáticos en la edificación, como la tradicional galería o el moderno muro Trombe, nos permiten lograr un edificio autosuficiente, o sea de gasto energético cero.
Como referencia, consideremos que cada euro invertido en aislamiento térmico de la vivienda es siete veces más rentable que la inversión en energía nuclear, a la hora de desplazar combustibles fósiles, y reducir la emisión de CO2.
El uso de las energías alternativas, sea solar, eólica, biomasa, geotérmica o maremotriz, permiten reducir la dependencia de los combustibles fósiles y nucleares, con la ventaja de ser baratas y eficientes, de bajo impacto sobre el medio, renovables y sostenibles.
La energía más ecológica es la que no se consume, y la generalización de criterios bioclimáticos permiten una reducción del consumo eléctrico en la edificación que minimiza la electropolución ambiental y evita el colapso de la red de alta tensión, eliminando el frecuente apagón veraniego.

Auditoría Domobiótica
El agente inmobiliario sabe que puede ser muy importante la depreciación de un edificio calificado como enfermo, y debemos saber que estas domopatías pueden ser generadas por múltiples causas internas o externas. Entre las causas internas, además de las producidas por materiales, deberemos considerar las generadas por las diferentes instalaciones (aire, fontanería, iluminación, electricidad, seguridad, telecomunicaciones, etc.), diseñándolas de modo que no generen contaminación sonora, química, lumínica o electromagnética, que incrementarían las domopatías en el edificio.
Para evitar la contaminación externa debemos estudiar también el entorno del edificio y evitar todo foco de ruido, electromagnetismo, o polución química como chimeneas, parkings, talleres, etc. que pueden afectar a la calidad del aire respirable. Hoy, debido a la gran alarma social generada por la contaminación electromagnética, debemos poner especial interés en detectar la cercanía de torres de alta tensión, transformadores de eléctricos en los bajos de la casa, o antenas repetidoras de telefonía móvil en los terrados cercanos.
Además de los temas que hemos expuesto brevemente, como calidad del aire, materiales nocivos o electrosmog, la Domobiótica entendida como arte y ciencia de la casa sana, considera todos aquellos factores microambientales, físicos, químicos, funcionales, estéticos y psicosociales, que puedan afectar al confort, al rendimiento físico e intelectual, y a la salud pública.
Para evitar estos y otros problemas ambientales, antes de construir debemos pedir asesoramiento domobiótico, estudiar las alteraciones geofísicas del subsuelo por un geobiólogo diplomado y realizar un amplio test de materiales e instalaciones, mediante la auditoría ambiental.
Con un criterio ecológico, será preciso considerar el impacto global de la actividad constructiva sobre el entorno natural, diseñando un uso racional de la energía y del agua, y debemos preferir el uso de materiales de fabricación local, sostenibles y reciclables.
La auditoría domobiótica reduce la huella ecológica de la construcción, equilibra el medio ambiente, ahorra energía, mejora la calidad en el entorno urbano, y armoniza las domopatías que afectan a la salud ambiental y laboral.
La implantación de los criterios de Bioconstrucción constituye una nueva “medicina del hábitat”, al identificar, evaluar y armonizar las patologías ambientales del edificio enfermo, encontrando el “buen sitio” y definiendo nuevos criterios de biohabitabilidad para lograr la casa sana, ecológica y sostenible.

© Carlos M. Requejo
Arquitecto-interiorista. Domoterapeuta.


* Adaptado de la ponencia presentada en la Escuela de Arquitectura La Salle, Mayo 2005.


Documentos de referencia consultados:

Dossier Postgrau Geobiologìa i Salut del Hábitat. UPC.1997.
Informe Greenpeace. Consumiendo Química.
Síndrome del Edificio Enfermo - I.N.S.H.T.
Informe Univ. Mc Master. Ontario.
Dictamen Parlamento Europeo.
Informe Electrosensibilidad
Resolución de Salzburgo.
Llamamiento de Friburgo.
Declaración de Alcalá.
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INFO: www.domobiotik.com

Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos


La Electrosensibilidad, 
alergia a la electricidad, 
la plaga del siglo XXI

La investigación en Domobiótica denuncia un gran proliferación inalámbrica, la publicidad nos informa que el teclado, el ratón, el teléfono, y el ordenador se conectan sin cables, y anglicismos como wireless, Wifi, ADSL, DECT, nos venden que podemos estar permanentemente conectados a la red.

Basta escuchar a los médicos que firman el Llamamiento de Friburgo, entre otros muchos, para darse cuenta de la proliferación de muchas dolencias ligadas a la electrosensibilidad, como comprobamos cada día en nuestra práctica profesional en la Bioconstrucción, al tener que realizar el blindaje electromagnético de muchas viviendas para ayudar a sobrevivir a los afectados.
El llamado Síndrome de Electrosensibilidad (SE), ha sido definido por los expertos de la Unión Europea (1997) como una Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos (HCEM). Según estudios realizados en países del norte de Europa, las personas electrosensibles pueden representar entre el 20 y el 25% de la población, o sea una de cada cuatro o cinco personas.
Desde 2002, en Suecia se reconoce la electrosensibilidad como causa de incapacidad laboral (invalidez física), según verifica el Dr. Olle Johansson (Departamento de Neurociencias, Instituto Karolinska, Stockholm) y amenaza convertirse en la plaga del siglo XXI.
Esta proliferación inalámbrica afecta a todos los seres vivos, y se ha observado que hormigas, murciélagos, ratas, e incluso el ganado son afectados por las radiaciones electromagnéticas, y recientemente un estudio británico informa de la muerte de más de diez millones de pájaros, en el entorno de las antenas de telefonía móvil.
Esta exposición radioeléctrica es involuntaria, indeseada e inadvertida, permanente y además indiscriminada, pues en grados diferentes afecta en la práctica al 100% de la población.

Efectos sanitarios de la Contaminación Electromagnética (CEM)
Se pueden producir efectos neurológicos a corto y medio plazo:
-       Insomnio, somnolencia matinal (melatonina).
-       Estrés, angustia, ansiedad (pannic attack).
-       Pérdida de memoria, cefaleas.
-       Acúfenos, mareos y vértigo.
-       Fatiga crónica, fibromialgia.
-       Atonía, desinterés, dificultad en la toma de decisiones.
-       Rutina, falta de iniciativa, pérdida de creatividad.
-       Depresión, tristeza, pesimismo, trastorno afectivo estacional (TAE).
A largo plazo pueden aparecer otros efectos biológicos:
-       Patologías cardiovasculares (arritmia, hipertensión, infarto).
-       Patologías reumáticas (osteroporosis).
-       Patologías respiratorias (asma).
Algunos investigadores establecen relación causa-efecto con patologías degenerativas como Alzheimer, Parkinson, esclerosis, leucemia y cáncer (OMS).

El origen de la electrosensibilidad parece ser la exposición crónica y habitual a campos electromagnéticos de alta o baja frecuencia, y se relaciona con la permanencia en las cercanías de fuentes eléctricas artificiales como líneas de alta tensión, transformadores, motores, antenas de telefonía, teléfonos móviles e inalámbricos, iluminación fluorescente, alarmas, ordenadores, electrodomésticos, máquinas herramientas y redes eléctricas domésticas principalmente.
Hasta ahora, la dificultad de los médicos para diagnosticar el Síndrome de ELECTROSENSIBILIDAD, hace que en España estos paciente sean derivados al psiquiatra, cuando se trata de una enfermedad orgánica que afecta a un sector creciente de la población.
Habitualmente el sujeto potencialmente “electrosensible” está mal diagnosticado, y es tratado como maniático, hipocondríaco, neurótico, asmático o alérgico. Este error de diagnóstico con frecuencia agrava el cuadro sintomático, pues el sujeto permanece expuesto largos años al agente causal, se retarda el tratamiento correcto, y mientras tanto se le trata inadecuadamente con ansiolíticos y/o tranquilizantes.
Por otro lado el afectado sufre rechazo familiar, social y laboral y se le acusa de alarmista, vago, quejoso o inadaptado laboral o socialmente. Como evidencia basta leer el testimonio directo de una persona afectada de electrosensibilidad, que se pregunta si se puede vivir siendo electrosensible, este es el testimonio de Alicia Mayo.

¿Cómo se puede vivir siendo electrosensible?
Con gran dificultad, aunque supongo que todo depende del grado de sensibilidad que uno tenga, pues en muchos casos tomar ciertas precauciones podría evitar un empeoramiento.
Hace unos años empecé paulatinamente a notar una sensación que comenzaba en la frente y terminaba en la nuca unas dos horas después (siempre al utilizar el teléfono móvil). Simplemente frecuenté las cabinas más que antes.
Pero hace cinco años alquilé un piso y sólo aguanté allí dos noches. Sentía una gran quemazón y fuerte hormigueo en el cuero cabelludo y despertaba en medio de la noche con náuseas. Fuera estaba bien así que me fui. Lo único diferente de los otros pisos en los que había estado era una antena de telefonía móvil a unos 300 m (a la misma altura) y otra por otro lado un poco más cerca y un poco más alta. Luego sentía quemazón cuando pasaba por debajo de cables de alta tensión, náuseas delante del ordenador... Un año después dejé de tener problemas. Ya no notaba nada.
Dos años después cambié de lugar de trabajo. Los síntomas que llegué a tener a los dos meses fueron: cansancio (sin motivo), quemazón en el cuero cabelludo, dolor de cabeza moderado, hormigueo en la cabeza y en la cara, acúfenos (dolores de oídos), pequeñas náuseas, falta de concentración, dolores oculares, dolores musculares, "calambres" en la dentadura, sensaciones similares a un resfriado (pero que no se tiene)... Todo esto empezó de forma gradual, sin notar nada durante los primeros días pero después aumentaban los síntomas progresiva y rápidamente.
Conseguí que me cambiasen de lugar de trabajo (en las cercanías había antenas de telefonía móvil, transformadores, alta tensión) pero aunque pude estar más tiempo me volví a sensibilizar (con el Wi-Fi). Lo que me hace daño es: Móviles (evidentemente no uso pero "disfruto" de los de los demás), inalámbricos DECT o similar (si hay uno en el piso de arriba, abajo o al lado ya no puedo estar mucho rato), Wi-Fi, antenas de telefonía móvil, ADSL inalámbricos...
También ahora me afecta la electricidad (estufas, ventiladores, fluorescentes, bombillas de bajo consumo, el uso de teléfonos fijos, ordenadores, congeladores, televisores...), con síntomas similares aunque me produce más dolor en los huesos (semejante al reúma, también tengo varios puntos de fibromialgia), pero a mí en particular me resulta más tolerable que las ondas microondas. Soy electrosensible pero sobre todo tengo el “síndrome de microondas”. Si me alejo de inalámbricos, lugares con Wi-Fi, gente utilizando el móvil (harto difícil) y desconecto la electricidad estoy asintomática (aislada y sin utilizar coche, tren, autobús, ni mucho menos aeropuertos).
Todos los que esta enfermedad tenemos sufrimos la falta de reconocimiento oficial, pero también del entendimiento y ayuda de algunos familiares y amigos pero aún así seguimos luchando por sobrevivir.
Cuando me ve alguien, parece que estoy bien y viviendo como el resto de la gente pero lo que no puede imaginar es que para poder caminar un rato por la calle en la ciudad (el nivel de microondas es mayor del que yo tolero), ir al cine alguna vez o estar con otras personas, luego tengo que estar sentada en una silla en el pasillo durante horas con la electricidad desconectada (el único lugar en ciudad ahora mismo donde no empeoro hasta que algún vecino ponga algún inalámbrico DECT o un ADSL inalámbrico que también afecte a este pasillo). Sin embargo casi nadie me ve ahí o cuando durante semanas me aíslo en una aldea sin cobertura y quitando la electricidad. Al estar en otros lugares un rato me estoy sobreexponiendo y teniendo síntomas que los demás no pueden apreciar.
Apagar los aparatos eléctricos (no con el mando), no tener inalámbricos DECT o similar (emiten de forma parecida a una antena de telefonía móvil pero dentro de casa), utilizar el teléfono móvil con menor frecuencia, son cosas que todo el mundo puede hacer y pueden resultarles beneficiosas. Alicia Mayo Bueno. Gijón (Asturias).

Ante este testimonio tan claro, valiente y desgarrador, poco podemos decir, excepto exigir urgentemente a nuestros gobernantes el RECONOCIMIENTO POR LEY del potencial riesgo sanitario de los campos electromagnéticos, la aplicación generalizada del PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN y la redacción de un reglamento de prevención CEM, siguiendo el ejemplo de Suecia, Suiza, Italia, Rusia y otros países.
La segunda exigencia debe ser el reconocimiento médico de la ELECTROSENSIBILIDAD (potencial alergia a la electricidad), como una enfermedad orgánica que puede afectar ya al 20% de la población, y el establecimiento de un protocolo médico de diagnóstico, tratamiento y prevención.
La tercera exigencia es el establecimiento de ZONAS CEM CERO (libres de Electropolución), donde esté prohibida toda emisión electromagnética, de alta o baja frecuencia, en particular prohibiendo el uso del teléfono inalámbrico y el móvil por los niños.
Usualmente está reconocido que es necesario proteger guarderías, colegios, asilos, hospitales, pero según la Domobiótica debemos añadir la exigencia urgente de proteger TODOS LOS DORMITORIOS (melatonin risk).
Esta petición se ampara en los DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA, como el principio de inviolabilidad del domicilio, y más aún del cuerpo humano y del cerebro, que deben declararse expresamente fuera del ámbito del espacio público radioeléctrico, usado por las compañías.
- Recordar a los ciudadanos y hacer valer ante los tribunales los Derechos Fundamentales siguientes, establecidos en la Constitución Española:
Derecho a la integridad física (Art. 15 C.E.),
Derecho a la intimidad personal y familiar (Art. 18.1. C.E.) y
Derecho a la inviolabilidad del domicilio (Art. 18.2. C.E.),
para que se declare expresamente que quedan fuera del ámbito del Espacio Público Radioeléctrico el cuerpo humano y su cerebro, así como la propiedad privada.  

Es vital vivir en una casa sana, sin radiaciones ni materiales tóxicos, según la Bioconstrucción, porque todos somos sensibles a los factores ambientales, y potencialmente electrosensibles, por lo tanto todos, hombres, mujeres y niños, estamos afectados en un grado u otro.
© Carlos M. Requejo. Jun.06. www.domobiotik.com


VIVIR SIN CEM
Precauciones de la máxima importancia para los Electrosensibles.
-       No usar más de 30 seg. el teléfono móvil, excepto para las emergencias (accidente, incendio, etc.).
-       No usar en ningún caso el teléfono inalámbrico (DECT), eliminarlo e instalar un teléfono fijo.
-       Identificar los equipos eléctricos de su entornos doméstico y laboral (ordenadores, telecomunicaciones, electrodomésticos, etc.).
-       En los puestos de larga permanencia (sofá, despacho, cama, cuna), tomar una distancia de seguridad a cualquier fuente CEM, mínimo un metro.
-       Eliminar el vestuario, calzado y materiales aislantes en construcción y decoración (dieléctricos).
-       Respirar aire limpio, fresco e ionizado negativamente (aire de montaña), si es preciso usar un ionizador-purificador de aire en casa o el trabajo.
-       Beber mucho agua, mínimo tres litros diarios, preferentemente de manantial (agua corriente vitalizada, no de botella).
-       Comer diariamente productos naturales frescos (frutas, verduras), preferentemente de cultivo biológico certificado.
-       Evitar los largos periodos de sedentarismo, y hacer ejercicio físico intenso, mínimo una hora al día (mejor al aire libre).
-       Caminar descalzo, mínimo media hora al día, sobre césped o arena, para descargar a tierra el electroestrés (voltaje corporal).

Meteorología y Salud Humana


BIOMETEOROLOGÍA TEMPORAL… MENTE
Jornada sobre Meteorología y Salud Humana.
CCCB. Barcelona 6 Octubre 2006


El pasado 6 de Octubre se ha celebrado en Barcelona una jornada con el sugerente titulo de BIOMETEOROLOGÍA TEMPORAL… MENTE? organizada por el CUIMPB, Centre Enest Lluch. Una sesión científica abierta por Blanca Vilá,directora académica del CUIMPB, y presentada por Antonio Bulbena psiquiatra y Tomás Molina meteorólogo de Televisión de Cataluña.
La información aportada por esta jornada científica ha sido interesante para los especialistas en calidad ambiental, y edificios enfermos, pues en esencia nos confirman con un lenguaje científico lo que venimos diciendo en el ámbito de la Geobiología y la Bioconstrucción desde hace años, somos "sensibles al tiempo".

Lo más interesante quizá fue la primera ponencia, J. A. Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, bajo el título De la Física a la Mente, nos habló sobre la existencia de relojes biológicos, la Cronobiología, analizando el modo en que nuestros biorritmos físicos y psíquicos son afectados por los ciclos naturales.
El más evidente es el ciclo circadiano de 24 h, producido por la alternancia diaria de luz-oscuridad, el fotoperiodo, que regula el ciclo de sueño-vigilia y hace variar cada día muchas constantes fisiológicas, como la tolerancia a los fármacos, la fuerza muscular o la temperatura corporal.
Pero también hay un evidente ciclo anual, causado por las estaciones, por ejemplo la disminución de la luz en otoño-invierno es la causa del Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un síndrome depresivo que nos lleva a encerrarnos en casa e hivernar como un oso. En estos casos es útil una sesión de luminoterapia, con luz brillante de amplio espectro, de 2.500-10.000 lux, durante 30 minutos cada mañana.
También nos afecta el color de la luz, y las ondas azules (460 nm) producen la máxima eficiencia mental (memoria, atención), mientras que los tonos anaranjados y rojos, como los de una puesta de sol, favorecen el sueño nocturno.

El meteorólogo Cunillera, doctor en Física, que señaló la diferencia entre el tiempo y el clima, definiendo el clima como el estado medio de las variables meteorológicas una zona a largo plazo, y el tiempo como las condiciones meteorológicas en un momento y lugar dado, definida por la temperatura, la presión, los vientos, las precipitaciones, etc. y por los factores geográficos, como latitud, orografía, proximidad al mar, etc.
El doctor San Gil, como psiquiatra y meteorólogo, nos habló de alisios y vientos saharianos, y de las urgencias psiquiátricas en Canarias, realizando un análisis meteorotrópico de las urgencias en psiquiatría y su relación causa-efecto con el tiempo atmosférico. Está demostrado científicamente que la meteorología nos afecta física y psíquicamente, por ejemplo produce estrés y ansiedad, estrés meteorológico, y están documentados efectos fisiológicos, en particular dolores reumáticos, que afectan en los casos de artritis y artrosis, los llamados efectos barométricos, pero como nos expuso J. Vergés, el cambio eléctrico nos llega antes que el barométrico, aunque esto lo sabe cualquier pastor.

Existe el “efecto viento” debido a la carga iónica del aire como expuso A. Bulbena, director del IAPS, existe una “meteorosensibilidad” conocida desde Hipócrates, S. IV aC, debida a vientos fuertemente ionizados como el föhen, chinook, siroco, tramontana, etc.
Recientemente el Hospital del Mar ha documentado el incremento de la ansiedad y ataques de pánico cuando sopla viento terral (más del 300%). Pero no se mencionó el föehn permanente que genera el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE).

Y por supuesto existe el “efecto luz” como expuso J. M. Goikolea, psiquiatra adjunto del CSMA, la iluminación ambiental, natural o artificial, influye en las defensas, el estado de ánimo o la depresión, dado que a través de la retina y el hipotálamo, altera el ciclo de la glándula pineal (melatonina-serotonina). A causa del cual hace años que los domoterapeutas recomendamos la iluminación biológica como una fototerapia ambiental permanente. La cantidad de luz afecta al apetito y la energía, altera el estado de ánimo, modifica el peso y afecta a todos los aspectos de la vida humana.
Sin embargo la ponente L. Sperry (una becaria del Hospital del Mar) no ha sabido documentar en su estudio el “efecto luna”, lo que es desolador, pues hay miles de evidencias referenciadas desde la antigüedad, ya los poetas y los enamorados, como los alquimistas sabían del poderoso efecto fotoquímico de la luz polarizada de la luna.
Para terminar, el periodista y escritor X. Febrés, nos recordó la sabiduría popular respecto a la meteorología sobre la Tramontana. El acto fue clausurado por el catedrático de psiquiatría A. Tobeña, al fin parece que estos prestigiosos científicos del CUIMPB se han leído aquellas investigaciones de los años cincuenta sobre biometeorología, que los domoterapeutas ya usamos hace años, como he expuesto y estrito en tantas ocasiones.
El hábitat artificial, la tendencia a la “constancia ambiental”, por la climatiización y la iluminación artificial, produce una rotura de los biorritmos naturales que baja las defensas e incrementa el riesgo de cáncer y otras enfermedades degenerativas, mientras que el contacto con la Naturaleza, expuestos a los cambios del viento, el sol y la luna, sincroniza nuestros biorritmos y asegura la salud.

© Carlos M. Requejo. 2006.

Construcción biológica

BIOCONSTRUCCIÓN, ARQUITECTURA Y SALUD
Polución química y electromagnética
Patologías sanitarias y soluciones técnicas.
 
Sinopsis
El hecho urbano y arquitectónico tiene múltiples interacciones sobre la salud que intentaremos señalar brevemente. La exposición crónica y habitual a ruido, radiaciones y elementos tóxicos del hábitat urbano, afecta a la salud humana.
Los materiales constructivos y decorativos, las instalaciones técnicas, como el ruido, las anomalías geofísicas y otras radiaciones electromagnéticas naturales y artificiales, omnipresentes en nuestras casas, escuelas y entornos de trabajo, constituyen una interacción fisico-química que afecta a la salud pública.
 
Huella ecológica
Sabemos que la actividad inmobiliaria, construcción y deconstrucción, tiene una enorme huella ecológica, pues genera el 60% de toda la contaminación física, química y energética del planeta, residuos, vertidos, efluentes y radiaciones.
Para equilibrarlo la Bioconstrucción, Bäubiologie o biología de la construcción), considera el impacto del fenómeno urbano sobre el medioambiente externo, el ecosistema natural, con criterios de ecología y sostenibilidad, analizando la ocupación del territorio, el ciclo de vida de los materiales, la polución atmosférica y los residuos.
Pero también analiza el impacto sobre el medio interno, el entorno cerrado del edificio, considerando la bioclimática y la geobiología, definiendo nuevos criterios de “biohabitabilidad” desde el punto de vista de la salud humana.
La auditoría domobiótica busca identificar y evaluar la existencia de factores microambientales en el Edificio Enfermo, valorar las interacciones sobre el confort y la salud humana, y proponer criterios de prevención.
 
Calidad del Aire y Edificio Enfermo
Consideramos Edificio Enfermo el inmueble cuyos factores ambientales internos resultan molestos o nocivos para sus habitantes (Síndrome del Edificio Enfermo). El primer problema identificado es la calidad del aire, y según el Instituto de Higiene y Seguridad en el Trabajo el 30% de los edificios laborales están enfermos, donde el aire “mal acondicionado” resulta nocivo para los trabajadores. Con los criterios más exigentes de la Bioconstrucción el 80% de los edificios pueden ser insanos.
Con frecuencia, el edificio moderno demasiado hermético y mal ventilado crea el síndrome del Föehn, una atmósfera agobiante, cargada de iones positivos, donde proliferan ácaros, aspergillus, legionella, fibras, partículas y substancias químicas volátiles. Materiales nocivos, como el amianto, fibra de vidrio o PVC, equipos e instalaciones viene a agravar este cuadro creando un ambiente bioeléctrico alejado del equilibrio natural.
En los últimos dos años crecieron un 35% los casos de asma, una de las causas es el incremento de la contaminación urbana, y según un informe de la McMaster University de Ontario (Canadá), al respirar millones de partículas en suspensión en el aire, como el hollín de las combustiones de derivados del petróleo (petroquímica, siderúrgica, tráfico urbano), se producen mutaciones genéticas en los espermatozoides, que se transmiten a la descendencia (ensayo sobre cobayas).
Sin embargo, bastaría filtrar las partículas gruesas de hollín (>0,3 µm) para evitar los efectos nocivos sobre el ADN. Hoy sabemos que el aire limpio y correctamente ionizado reduce las crisis de ansiedad, los ataques de asma, la incidencia de las patologías respiratorias y las alergias ambientales.
Según Greenpeace la mayoría de residuos, hasta 100 substancias tóxicas presentes en el polvo doméstico de las viviendas, proceden de productos usuales como insecticidas o limpiadores, y de materiales de construcción y decoración. El informe Consumiendo Química revela que la polución interior de las viviendas era hasta el 300% mayor que en el exterior.

Grupos de riesgo
El riesgo sanitario es mayor para electrosensibles, alérgicos, asmáticos y para la población de alto riesgo, como embarazadas, fetos, bebés, niños y adolescentes, en especial en ciclo nocturno cuando nuestro metabolismo basal es mínimo. 
El riesgo se incrementa en enfermos y ancianos.
 
Contaminación electromagnética o Elektrosmog
Líneas de Alta Tensión, transformadores o antenas de Telefonía Móvil son causa de alarma social, y muchos municipios han dictado moratorias para detener el despliegue de antenas UMTS.
La invasión de nuevos dispositivos wireless (sin cable), como los teléfonos inalámbricos tipo DECT, o las nuevas tecnologías ADSL, WiFi o Bluetooth, basados en microondas, viene a sobrecargar un ambiente ya muy irradiado.
En España existe un vacío legal y normativo sobre la contaminación electromagnética (CEM), pues solo considera los efectos biológicos a corto plazo y no puede considerarse para valorar el riesgo a largo plazo.
La investigación oficial sobre radiaciones no ionizantes, solo contempla el efecto térmico causado por las corrientes inducidas, y no considera los avances en Bioelectromagnetismo que encuentran “efectos no térmicos”, especialmente la permeabilidad cerebral.
Las normas sobre electromagnetismo vigentes en España, son muy superiores a las de otros países, y muy por encima de los umbrales biológicos recomendados, mientras que la Resolución de Salzburgo y el Parlamento Europeo recomiendan la aplicación del Principio de Precaución.
La realización de un mapa de radiación permite visualizar la interacción de la polución electromagnética con el espacio habitable. Deben evaluarse los CEM de todas la fuentes y en todas las frecuencias, pues la planificación de CEM en el tejido urbano reduce el gasto sanitario y mejora la salud pública.
Por ejemplo, las pantallas de microondas, un material standard en Suiza o Italia, permiten aislar techos, muros o ventanas, con atenuación de microondas hasta el 99,9%. Tras el blindaje de la radiación los efectos biológicos se reducen o desaparecen a corto plazo.
 
Electrosensibilidad o Hipersensibilidad a radiaciones
La polución electromagnética habitual hace que surja la "electrosensibilidad" como una patología creciente, como alertan miles de médicos en el Llamamiento de Friburgo o la Declaración de Alcalá. El llamado Síndrome de Electrosensibilidad (SE), ha sido definido por la Unión Europea (1997), como una Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos (HCEM). Desde 2002, en Suecia se reconoce como incapacidad laboral (invalidez física), según verifica la Dra. Olle Johansson (Departamento de Neurociencias, Instituto Karolinska, Stockholm). Entre un 20 y 25 % de la población, puede ser electrosensible, afectados con dosis CEM hasta mil veces menores.
 
Ahorro energético y Bioclimática
La arquitectura bioclimática estudia la planificación urbanística y la ubicación, la orientación solar y eólica, el aislamiento, el aprovechamiento energético y de otros recursos, y el confort de los edificios. Como ocurre en Suecia o Austria, el uso de energías alternativas y los diseños bioclimáticos, como el muro Trombe, permiten lograr un edificio autosuficiente, o sea de gasto energético cero.
La implantación de criterios bioclimáticos en los edificios , permite fácilmente un ahorro del 40-60% de energía, y la significativa reducción del consumo eléctrico evitaría el colapso de la red de alta tensión, el típico apagón veraniego.
Las energías alternativas, sea solar, eólica, biomasa, geotérmica o maremotriz, permiten reducir la dependencia de los combustibles fósiles y nucleares, con la ventaja de ser baratas, inocuas, renovables y sostenibles.

Domopatías, factores micro-ambientales:
  • Ruido, ultrasonidos y vibraciones.
  • Calidad del aire, ventilación, VOCs.
  • Ionización atmosférica, electrostática.
  • Iluminación artificial y/o natural.
  • Cimentación, estructuras, hormigón, hierro…
  • Materiales (PVC, moquetas, plásticos, pinturas, etc.).
  • Radiactividad (ambiental, equipos, materiales).
  • Contaminación Electromagnética (CEM).
  • Geopatías, Feng’Shui…

Auditoría Domobiótica
La presión creciente de la especulación del suelo nos lleva a edificar cerca de líneas eléctricas, en lugares contaminados, afectados por anomalías geofísicas, o con alta radiactividad.
Además de los temas que hemos expuesto brevemente, como calidad del aire y electrosmog, la Domobiótica considera todos aquellos factores microambientales, físicos, químicos, estéticos y psicosociales, que puedan afectar al confort, el rendimiento físico e intelectual, y la salud pública.
La auditoría domobiótica reduce la huella ecológica de la construcción, equilibra el medio ambiente, mejora la calidad en el entorno urbano, y armoniza las domopatías que afectan a los Edificios Enfermos y mejora la salud ambiental y laboral.
La implantación de los criterios de Bioconstrucción constituye una Medicina del Hábitat, al identificar, evaluar y armonizar las patologías ambientales del Edificio Enfermo, definiendo criterios de biohabitabilidad para lograr la casa sana y sostenible.
© Carlos M. Requejo Arquitecto-interiorista. Geobiólogo.
carlos@domobiotik.com  

* Extracto de la ponencia presentada en la Escuela de Arquitectura La Salle.

Documentos de referencia consultados.
Dossier Postgrau Geobiologìa i Salut del Hábitat. UPC.1997.
Informe Greenpeace. Consumiendo Química.
Síndrome del Edificio Enfermo - I.N.S.H.T.
Informe Univ. Mc Master. Ontario.
Dictamen Parlamento Europeo.
Informe Electrosensibilidad
Resolución de Salzburgo.
Llamamiento de Friburgo.
Declaración de Alcalá.