jueves, 30 de abril de 2015

Física básica / Radiaciones

UNIDADES DE MEDIDA DE LA RADIACIÓN

Con esta breve nota intento despejar las dudas más frecuentes sobre unidades de medida de las radiaciones, que devienen de un desconocimiento de la Física básica, y que podamos cuantificar sus implicaciones en los sistemas biológicos.
Para ser rigurosos en la valoración de riesgo de las radiofrecuencias, deberíamos dejar de lado la medida de Intensidad de Campo Eléctrico (V/m), que es la unidad de medida que conviene a las telefónicas pues minimiza el riesgo para la salud.
Para visibilizar el riesgo sanitario de las radiaciones debemos usar la medida de DENSIDAD DE POTENCIA (W/m2), que se expresa habitualmente en miliwatios por metro cuadrado (o microwatios por centímetro cuadrado).

Intensidad de campo eléctrico / Densidad de potencia
Se trata de unidades de medida que corresponden a dos conceptos físicos distintos, ambos informan de la energía emitida por una fuente radiante. Se aplican para valorar las emisiones de todo tipo de equipos radioemisores, como repetidores, antenas, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos, tabletas, PCs, o cualquier dispositivo wireless (sin cable).

La Intensidad de Campo Eléctrico (E) se mide en voltios por metro (V/m).
Expresa la variación de la intensidad del voltaje (V) en una dirección determinada.
Es una función lineal que varía en función de la distancia (m).
La Densidad de Potencia (S) se mide en vatios por metro cuadrado (W/m²).
Expresa la potencia (W) irradiada por unidad de superficie.
Es una función cuadrática que varía en función de la superficie (m²).
Habitualmente se usan los submúltiplos mW/m² o µW/cm².


La intensidad de campo podemos visualizarla como una “presión” debida a la diferencia de potencial (Voltaje = V), literalmente tensión eléctrica, y expresa como varía el campo eléctrico a través del espacio.
La densidad de potencia expresa la “cantidad de energía” absorbida (W), en función de los metros cuadrados de piel expuesta a las radiaciones.
Estos dos valores tienen su equivalencia matemática, y la conversión de unidades se realiza mediante las siguientes expresiones:
W/m2 = V2 dividido por 377 y su inversa V = raíz cuadrada de (W/m2 x 377).
Como vemos la fórmulas nos piden repasar la aritmética básica de bachillerato.

Si usamos la medida de Densidad de Potencia veremos que las diferencias entre las diferentes normas son enormes (ver Tabla Resolución Salzburgo).
Con la Densidad de Potencia se refleja la radiación real recibida por el cuerpo humano y por lo tanto permite valorar mejor el riesgo sanitario.
Recomendamos usar la medida en W/m2, o sus submúltiplos (mW/m2, µW/m2, nW/m2), siempre por metro cuadrado, porque expresa directamente la radiación real absorbida por una persona, pues la superficie frontal de un adulto es aproximadamente de 1 m2.
Mientras que la medida en W/cm2, exige multiplicar por 10.000 (1 m2 = 10.000 cm2) para cuantificar la radiación total. Para darnos cuenta de la diferencia de magnitud, uno expresa la radiación recibida en todo el cuerpo (1 m2), y el otro solo la recibida en la pupila o en punta de la nariz (1 cm2).

El error técnico es exactamente ese, la medición en VOLTIO/metro es una función LINEAL, mientras que la radiación real absorbida por el cuerpo humano es una función CUADRÁTICA. Mientras la intensidad del campo radiante externo se incrementa DIEZ veces la densidad de potencia absorbida por el cuerpo se incrementa CIEN veces.

Como ejemplo, en la Tabla de la Resolución de Salzburgo vemos que la Intensidad de campo eléctrico varía entre el máximo legal (ICNIRP/OMS) de 61,400 V/m, hasta el valor máximo propuesto por Salzburgo 2002 de 0,061 V/m, o sea MIL VECES menos.
Mientras tanto la densidad de potencia real dentro de nuestras células, y por lo tanto el riesgo sanitario, varía UN MILLÓN DE VECES, reduciéndose desde 10.000 mW/m2 hasta solo 0,01 mW/m2.

Biolectromagnetismo
Debemos considerar que nuestro cuerpo es un complejo sistema bieléctrico, tanto el cerebro, como el corazón o los músculos, todo en la fisiología humana es eléctrico, o más exactamente “electroquímico”.
Nuestra biología funciona con campos eléctricos muy débiles, que regulan los órganos y las interacciones químicas. Estos valores son como máximo de 0,15 V/m en la membrana celular, hasta 0,00024 V/m del plasma intersticial, solo veinticuatro cienmilésimas de voltio.
Por lo tanto, cualquier alteración artificial del campo electroatmosférico natural induce campos eléctricos dentro del cuerpo y tiene repercusiones en nuestro metabolismo.

Tasa SAR
Lo primero debo señalar que la tasa SAR es una falacia de los fabricantes, con la complicidad del ICNIRP y la OMS. Ha sido establecida considerando solo los efectos térmicos, y no sirve para evaluar el potencial riesgo para la salud de las radiaciones recibidas.
La referencia válida, en relación al riesgo sanitario, es la emisión real de microondas expresada en DENSIDAD DE POTENCIA (W/m²), dato que no suele publicar el fabricante de telefonía móvil.

El valor SAR corresponde a la sigla inglesa para la tasa de absorción específica (SAR, Specific Absorption Rate) de los teléfonos móviles y otros dispositivos wireless.
La tasa SAR se mide en vatios por kilogramo (W/Kg), y expresa la energía absorbida por el cuerpo humano en la posición habitual de uso del dispositivo (móvil, inalámbrico, tableta, PC, etc.).
En USA, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) exige que los teléfonos emitan un valor SAR igual o inferior a 1,6 W/Kg, medidos en un volumen de 1 gramo de tejido.
La UE, según el criterio de ICNIRP, fija como límite 2 W/Kg, promediados en 10 gramos de tejido. Como límite de exposición para el cuerpo entero, se ha fijado un tope de 0,08 W/Kg promediado en toda la masa corporal.
La tasa SAR de cada dispositivo depende de la potencia de salida medida en vatios, y suele ser menor en los modelos de alta gama, con diseño y tecnología más eficiente.
El valor SAR de los modelos de teléfonos móviles en el mercado en 2014 se mueve entre un máximo de 1,60 W/Kg el peor, y un mínimo de 0,12 W/Kg el mejor modelo.

El problema es que el teléfono móvil de menos tasa SAR aún está muy por encima de los límites biológicos recomendados, pues los criterios del ICNIRP (10.000 mW/m²), están un millón de veces por encima de los valores recomendados por Bioinitiative/Salzburgo 2002 (0,01 mW/m²), o cien veces menos si consideramos la Norma SBM-2008 recomendada en Baubiologie.

Expresándolo de forma coloquial el mejor teléfono móvil, con mínimo SAR de 0,12 W/Kg, te dá solamente unas 100.000 bofetadas, y el peor teléfono, con máximo SAR de 1,6 W/Kg, te da 1.000.000 de bofetadas, cuando lo razonable sería no soportar más de 1 bofetada al día.
En conclusión, no importa mucho que modelo de teléfono usas, el mejor teléfono móvil es el teléfono apagado. De ahí la importancia de “desconectarse” y usar el móvil solo para las emergencias, donde estar conectado es realmente imprescindible.

© Carlos Martínez REQUEJO. Domobiotik.



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