Mercurio en Lámparas de Ahorro
Hace tiempo que circula una alerta sobre el peligro de las lámparas de ahorro energético, debido a su alto contenido en mercurio. Parece otra campaña de desinformación de los enemigos del progreso, esos románticos que añoran la lámpara de filamento.
Sin embargo todo es cierto, las lámparas de ahorro contienen mercurio
y el mercurio es un tóxico muy peligroso, pero debe ponerse en su verdadera
dimensión. Las lámparas de ahorro energético son tan peligrosas como los tubos
fluorescentes, en realidad son un pequeño tubo fluorescente (plegado o enrrollado).
Por lo tanto debemos tener precaución si se rompen, evitar el contacto o la
inhalación, y tratarlas como un residuo peligroso. Pero contienen menos
mercurio que la mayoría de tubos fluorescentes, que llevamos usando hace 70
años gracias a General Electric.
Sin embargo debería preocuparnos mucho más otros efectos nocivos, como
la radiación electromagnética de lámparas y tubos fluorescentes. En el caso de
la lámpara de ahorro la reactancia (o balasto) está en la base de la propia
lámpara, y el campo electromagnético generado es similar al de un tubo de igual
potencia. El problema actual deviene de que la lámpara de ahorro puede estar a
un palmo de la cabeza, por ejemplo en un flexo, y esto puede ser muy peligroso
puesto que pronto no habrá lámparas de filamento. En estos usos deberíamos elegir
lámparas del tipo de bayoneta (tipo PL), que llevan la reactancia separada, y colocarla
a más de 50 cm de la persona.
Otro problema es la pulsación del campo electromagnético y de la luz
visible a 50 Hz (efecto estroboscópico). La fluorescencia normal produce 50
encendidos y apagados por segundo. Esto induce ondas cerebrales rápidas que
causan insomnio, estrés, fatiga y agresividad. Para evitarlo, deberíamos usar
reactancias electrónicas que minimizan el campo electromagnético y vibran a
20.000 Hz, sin resonancia neurológica.
Otro aspecto nocivo es el perfil cromático, o sea el color de la luz
que generan, se expresa por la temperatura de color medida en grados Kelvin
(ºK), que puede estar entre 2.000 y 8000 ºK. Los colores demasiado cálidos,
rosados-anaranjados (2000-4000 ºK), bajan las defensas inmunitarias e inducen
depresión. Para estar optimistas y saludables necesitamos luz blanca, con todos
los colores del arco iris, como la luz del sol (Fullspectrum 5400-6500 ºK).
Como colofón tenemos casos de personas que generan
problemas neurológicos serios en locales donde la iluminación exclusiva es fluorescente. Incluso se dan casos de
ceguera temporal en entorno laboral, como un enfermero de guardia de noche en un
hospital.
Evidentemente hay fluorescentes buenos y malos, saludables y nocivos,
igual que las lámparas de ahorro energético chinas o alemanas. Para valorar el
problema con visión ecológica hay que considerar todos sus aspectos, o sea con
visión holística, y por supuesto no se agota aquí el tema.
Por ejemplo, todavía no hemos hablado del ahorro energético, ni del
rendimiento luminoso, ni de la duración de la lámpara, ni del coste por lux, ni
de su huella ecológica… y también debemos considerar los aspectos ópticos,
ergonómicos y estéticos de una lámpara, pues la iluminación de un espacio es
con frecuencia el primer factor de confort y salud.
© Carlos Martínez Requejo
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