jueves, 5 de septiembre de 2013

Hábitat urbano de polución cero

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Construye tu Área Blanca

Podemos crear un “hábitat blanco” en nuestra casa, protegida del cóctel electroquímico del entorno.

La invasión de tecnologías agresivas en el medio residencial exige espacios libres de polución. En particular la creciente electropolución lleva a afectados de electrosensibilidad a huir de la ciudad, e incluso a vivir bajo tierra, para superar el síndrome de las microondas. En Francia esta alarma social se concreta en la creación del primer “Ecovillage Zone Blanche-Zone Santé” para personas electrohipersensibles, y recientemente se inaugura otra “zona blanca” en Italia.
       Además de electropolución, se habla de sensibilidad química, como la chica burbuja de Valencia, nos preocupa el ruido de discotecas y aeropuertos, y surgen denuncias por intoxicación por mercurio, presente en amalgamas, vacunas y en el pescado, como reconoce la OMS.

 
Como denunciamos en el Manifiesto de Barcelona (2008), el grupo de expertos de Domosalud observamos un incremento exponencial de las  afecciones de origen ambiental, que pueden afectar a más del 20% de la población. Se concretan en trastornos neuropsiquiátricos, cardiovasculares, reumáticos y alérgicos (polen, polvo, ácaros…), además de lipoatrofía, fibromialgia, fatiga crónica, sensibilidad química, electrosensibilidad, etc.
Estas patologías de sensibilidad ambiental surgen de una exposición crónica a la polución físico-química de un entorno urbano tóxico, un cóctel electroquímico peligroso. El informe Greenpeace sobre el polvo doméstico encuentra más de 100 productos químicos tóxicos dentro de nuestras casas, a veces en triple concentración que en la atmósfera del exterior.
 Los afectados de sensibilidad ambiental múltiple necesitan un entorno sin polución para vivir. En una zona blanca se controla la contaminación química, eléctrica, magnética, acústica, vibratoria, biológica… así como las domopatías típicas del edificio enfermo. 
 En el entorno de la bioconstrucción es frecuente oir la opinión radical que “solo podemos tener una casa sana en un ambiente rural, de montaña…”, pero es imposible que todos nos vayamos a vivir al campo y menos a la alta montaña, el ecosistema no soportaría el impacto.
Conocemos el caso de personas sensibles que huyen buscando una zona blanca y se van a 200 km de la ciudad, por ejemplo a Sant Carles de la Rápita. Ignorando la fumigación con agroquímicos en los cultivos intensivos de los arrozales de L’Encanyissada, y de todo el Delta, lo que afecta a la calidad del aire, del agua y de los alimentos. Otro caso ha llevado a una persona electrosensible a vivir en una casa pairal del siglo XVI, de piedra y adobe, sin reparar que a menos de 500 metros existe una granja porcina cuyos purines emiten olores molestos y tóxicos. Y por supuesto estos entornos rurales están afectados por radiaciones de alta tensión, telefonía móvil, inalámbricos, Wifi o Wimax.
A efectos prácticos, para muchas personas sensibles será imposible vivir en una zona blanca, sea en los Pirineos, el Maestrazgo o la Serranía de Ronda, porque tienen compromisos cotidianos, como familia, escuela o trabajo, y deben permanecer en la ciudad a pesar de la polución.
Por otro lado, la creación de zonas blancas en espacios naturales vírgenes puede acabar siendo un “ghetto” para los sujetos hipersensibles, segregados por la sociedad como leprosos o ermitaños. Por ello, el grupo de expertos de Domosalud propone crear Áreas Blancas en el entorno urbano, idealmente espacios sin polución.

Que es un Área Blanca
El concepto de Área Blanca define un hábitat sano en el medio urbano. Es posible tener un ambiente saludable en la ciudad, si se tienen claros los criterios de salud ambiental. Es aplicable en las viviendas y en cualquier empresa. El Área Blanca podría convertirse en norma creando la eco-manzana o el eco-barrio, humanizando la ciudad.
Un área blanca, o hábitat blanco, es el entorno saludable que precisan las personas con hipersensibilidad ambiental, como los alérgicos, asmáticos, bronquíticos, y los afectados de sensibilidad química o electrosensibilidad.
El grupo de expertos de Domosalud propone como Área Blanca cualquier hábitat artificial donde se respetan en lo posible los criterios ambientales de Zona Blanca - Zona Cero. Del mismo modo que la “zona no fumadores”, un Área Blanca será un espacio sin humo, sin olores, sin tóxicos, sin ruido y también sin radiaciones, o sea con polución cero (o casi). 
Una vez definida y normalizada, la certificación de Área Blanca de Domosalud podrá generalizarse como una referencia de salubridad ambiental, y aplicarse en los centros médicos, en particular a quirófanos, neonatos, UCI, UVI, etc. Y también en todos los “espacios sensibles”, como guarderías, escuelas, asilos, hoteles, balnearios, etc.

Construye tu Área Blanca
Tener un hábitat blanco suele exigir el blindaje físico de las radiaciones (microwave filter), un escudo frente a las radiaciones electromagnéticas recomendado por Next-Up (France). Deben considerarse las radiaciones de alta frecuencia (1-5 GHz) como las de baja frecuencia (50 Hz), y tanto las fuentes externas, como las internas de la propia vivienda.
Generalmente también se requiere aislamiento acústico, filtrado y purificación del aire respirable y del agua potable, materiales biológicos en construcción, iluminación biodinámica y redes eléctricas biocompatibles, u otros equipamientos, para garantizar la calidad ambiental interior.
Esta es nuestra praxis habitual, la Domoterapia, que es especialmente útil cuando existen sujetos hipersensibles, enfermos, ancianos o niños, para proteger las viviendas de las inmisiones nocivas.
Crear un Área Blanca en la casa empieza por la aplicación de criterios biológicos en la construcción, teniendo por referencia la Bäubiologie (Standard SBM-2008), como la exclusión de materiales de construcción tóxicos, especialmente los radiactivos, y la realización de instalaciones biocompatibles, con diseño armónico.
Como plantea la Bioconstrucción estos criterios de Áreas Blancas deben aplicarse habitualmente en la construcción de todas las viviendas, con mayor exigencia en los dormitorios. Garantizando el descanso y la salud de toda la población, porque todos somos sensibles en algún grado.

El Área Blanca paso a paso
Podemos hacer mucho nosotros mismos, y podemos empezar ahora mismo. Aunque algunas de las medidas preventivas, como la red eléctrica biocompatible, la protección de las microondas o la calidad del aire, pueden precisar de un experto domoterapeuta, con precauciones sencillas podemos reducir la polución en casa o en el trabajo.
Al elegir la casa podemos elejir vivir lejos de focos de polución importantes (transformadores, alta tensión, antenas, fábricas, nucleares, etc.). Pero también podemos prestar atención a los pequeños focos dentro de casa. Estas precauciones han de ser mayores en los dormitorios, y en particular si hay mujeres embarazadas, niños o ancianos en la casa, que deben ser considerados “público sensible”.
Calidad del aire. La calidad del aire interior, y en particular la ionización atmosférica, determinan el ambiente bioeléctrico de un edificio. El edificio moderno hermético, demasiado electrificado, y mal ventilado crea el síndrome del Föehn, llamado el “viento de las brujas”. Una atmósfera agobiante, cargada de iones positivos, facilita la proliferación de bacterias, hongos y otras plagas.
La calidad del aire que respiramos es vital y podemos mejorar la ventilación de la casa, renovando el aire fresco y el contenido de O2. Con personas hipersensibles, asmáticas o alérgicas es vital evitar la contaminación externa (CFC, benceno, etc.). Podemos instalar un purificador de aire y eliminar la polución, filtrando gases, polvo, fibras y partículas, con un filtro de carbono y un filtro HEPA.
Podemos controlar la humedad relativa del aire, y podemos usar un ionizador, generando prana vital con iones negativos (aniones), un aire medicinal con la sensación agradable de frescor, relax y bienestar que se percibe en el bosque, a la orilla de un arroyo o junto al mar, vitalizando nuestro hábitat.
Para todo ello podemos usar equipos electrónicos, o preferentemente la plantas purificadoras que recomienda el Dr. Wolverton de la NASA. Especies comunes como ficus, aloe, areca, potos o crisantemo son muy eficaces en eliminar tóxicos en aire, como benceno o formaldehído, equilibrando la humedad y restituyendo oxígeno puro, cargado de iones negativos.

Agentes tóxicos. Para reducir la carga tóxica podemos evitar los materiales de construcción y decoración peligrosos, como uralita, PVC, fibra de vidrio, lana de roca, pladur, pergo, formica, silestone, aglomerados, plásticos, pinturas, colas, resinas, etc., productos que emiten partículas tóxicas, disolventes, formaldehído, dioxinas, bisfenol, ftalatos, radón, etc. Alternativamente podemos usar los materiales recomendados en bioconstrucción, empezando por los más naturales de uso tradicional, como la madera, el barro y la cal.
Podemos reducir el uso de productos químicos de síntesis habituales (lejía, suavizante, limpiadores, disolventes, perfumes), evitando los organoclorados y usar química blanda, o productos naturales.
Podemos evitar los materiales eléctricamente aislantes, como los laminados plásticos, que generan carga electrostática en pavimentos y revestimientos de la casa, usando materiales como madera, barro o piedra, y pinturas biológicas.
Con sencillas precauciones podemos reducir la proliferación de agentes biológicos como ácaros, aspergillus, legionella, insectos, hongos y bacterias que nos infectan, especialmente reduciendo la carga eléctrica y la humedad ambiental.
Electromagnetismo. Quizás no queremos prescindir completamente de los electrodomésticos modernos, pero podemos eliminar el campo eléctrico permanente que genera la red eléctrica alterna a 220 V, con líneas apantalladas, o usando un bioswich. Podemos y debemos instalar una toma de tierra de baja impedancia (menor que 6 ohmios).
Podemos evitar permanecer cerca de los campos electromagnéticos del horno, microondas y vitrocerámica. Podemos alejar todo aparato eléctrico de la cabecera de la cama, como un radiorreloj o un lamparita halógena, pues llevan un transformador.  Generalmente bastará una distancia de seguridad de 50-75 cm para minimizar la electropolución.
Debemos evitar la contaminación electromagnética que causan las reactancias y transformadores de las luminarias, usando reactancias electrónicas y evitan el pulso óptico y eléctrico a 50 Hz.
Debemos evitar el uso del Wifi para conectarnos a Internet, usando la conexión ADSl por cable. También podemos evitar o minimizar el uso del teléfono móvil, y especialmente el teléfono inalámbrico (tipo DECT), y prohibir totalmente el uso por los menores de smartphones, videoconsolas, tabletas y similares. 
Y si detectamos antenas de telefonía cercanas, podemos acudir a un especialista que realice el apantallado electromagnético de la fachada de la casa, empezando por las ventanas.
Iluminación.  Dicen que “en la casa que entra el sol no entra el médico”, sin embargo en una gran parte de viviendas el sol es escaso o nulo gran parte del año. Según las investigaciones en fotobiología la falta de luz del sol puede favorecer raquitismo, descalcificación ósea, cansancio crónico, estrés y depresión.
En invierno, y en horario nocturno, podemos usar iluminación biológica con lámparas “fullspectrum”, con temperatura de color entre 5400 y 6500 °K, con todo el espectro luminoso del sol.
También debemos incrementar la escasa cantidad de luz ambiente, con un mínimo de 500-800 lux, adaptando la cantidad de luz a las necesidades de cada espacio y de cada actividad. Más aún, nuestra iluminación debe ser biodinámica, esto es cambiante en color e intensidad a lo largo del día, del mismo modo que lo hace la luz solar para estimular la glándula pineal de acuerdo al ciclo circadiano. Una iluminación vitalizante levanta el estado de ánimo, estimula la creatividad y mejora el sistema inmunitario.
En el diseño de un ambiente, debemos considerar la arquitectura de la luz, valorando el ciclo diurno y la cantidad de luz, según el uso del espacio, la calidad de esa luz, especialmente su color, y además del contraste, la distribución funcional,  y la estética del espacio.
Acústica. Hoy sabemos que el ruido crónico es directamente cancerígeno, además de agotarnos y dejarnos progresivamente sordos. Podemos reducir el ruido audible y las vibraciones infrasónicas, dando preferencia a los materiales pesados como adobe, ladrillo macizo o piedra, en vez de tabiques ligeros de cartón-yeso.
Podemos usar en los muros materiales aislantes naturales como corcho y cubrir las ventanas con cortinajes densos, pues el ruido fatiga el sistema inmunitario. Al hacerlo también ahorramos energía, mejorando el aislamiento térmico y la calidad del descanso.
Geopatologías. No debemos olvidar las patologías telúricas y podemos desarrollar nuestra sensibilidad, u observar donde duerme nuestro perro, para evitar dormir sobre una corriente de agua subterránea, fracturas u otras anomalías geofísicas del subsuelo, y ubicar la cama en el buen sitio, con la cabecera orientada al Norte magnético.
Limpiar y vaciar. El viejo consejo del feng’shui es especialmente necesario para los afectados de sensibilidad química. El primer paso es simplificar la habitación, eliminando todos los aparatos eléctricos, con pocos muebles, sin libros, cuadros ni objetos o rincones donde se acumula el polvo y crecen hongos y parásitos.
La limpieza debe ser exhaustiva, y una vez a la semana muy a fondo. Debemos usar productos naturales como sal marina, bicarbonato, agua oxigenada, alcohol, limón, vinagre, cera virgen o jabón de Marsella.

Higiene ambiental
Especialmente si tenemos hipersensibilidad ambiental podemos tomar diariamente el sol, preferentemente temprano, y pasar el mayor tiempo posible en contacto con la naturaleza. Al respirar aire puro y beber agua de manantial nos desintoxicamos, y solo con pisar el césped o la arena de la playa descargamos la electricidad corporal a tierra.
También podemos usar vestuario de fibras naturales (algodón, lino, seda…) y calzado de materiales naturales (cuero, latex, esparto…), para evitar acumular carga eléctrica, reduciendo el electroestrés, recuperando la creatividad y mejorando el sistema inmunitario.
Podemos comer alimentos sanos, evitando el consumo de agua y alimentos desnaturalizados, o contaminados, especialmente por pesticidas y abonos, hormonas, mercurio y otros metales pesados.
Y si no encontramos en nuestra comarca un experto en domoterapia para construir nuestro hábitat blanco, con certificación de Área Blanca, podemos estudiar, pues el Master de Baubiologie IBN se imparte a distancia (On-line), en módulos accesibles a todos los públicos, y seguramente es la mejor inversión de salud para sobrevivir en entornos tóxicos.
La creación de áreas blancas y el control del cóctel electroquímico que nos invade, es recomendable para todos y debe considerarse como una medicina preventiva. La higiene ambiental mejora la salud pública, reduce el absentismo laboral, mejora el rendimiento en el trabajo y el estudio, y ahorra al país enormes costes sociales y económicos.

© Carlos Martínez Requejo. Ago.2013
Arquitecto interiorista - Domoterapeuta
Director de Domobiotik. Vicepresidente de Domosalud.

Referencias / Links
- Standard SBM-2008
http://www.baubiologie.es/pdf/Estandard%20SBMnorma.pdf
- Consumiendo Química
http://www.greenpeace.org/espana/es/reports/consumiendo-qu-mica/

- Manifiesto de Barcelona
http://domosalud.blogspot.com.es/2008/06/manifiesto-de-barcelona.html
- Normativa Zona Blanca
http://domosalud.blogspot.com.es/2013/09/zona-blanca-propuesta-de-normativa.html


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Artículo publicado en el Boletín GEA. Otoño 2013.
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