miércoles, 10 de marzo de 2010

Electrosmog en el Metro


Contaminación electromagnética
en el Metro de Barcelona
Carlos M. Requejo, coordinador de GEA Cataluña

Muchos viajeros son todavía hoy reacios a usar el transporte subterráneo, a pesar de que circula ya durante tres cuartos de siglo, quizá por percibir esa indefinible sensación de agobio, opresión y claustrofobia que cualquiera puede sentir, al descender las escaleras del Metro, sin necesidad de ser un experto en Domobiótica
Hoy son conocidas las patologías ambientales típicas del Edificio Enfermo, y el concepto de Síndrome del Edificio Enfermo ha sido reconocido por el Ministerio de Trabajo. Pero quizá no sabemos que estas patologías se dan, y en mucha mayor magnitud, dentro del ambiente subterráneo del Metro de Barcelona, como en muchos otros transportes suburbanos de todo el mundo. En el espacio interior del metro existe un entorno hostil para mucha gente, que no se explica por la simple sensación de claustrofobia.
Está en curso de realización, ante la cantidad de consultas de usuarios recibidas, un estudio para valorar la calidad ambiental del metro, y especialmente medir la polución invisible, White Polution, causada por los campos electromagnéticos, CEM, que está siendo realizado por miembros de GEA y coordinado por Carlos Requejo.
En esta fase inicial se ha medido la contaminación electromagnética en algunas líneas del Metro de Barcelona (TMB), empresa de titularidad municipal, y como elemento comparativo se mide también la línea de Balmes, de los Ferrocarriles de la Generalitat, el otro ferrocarril suburbano de Barcelona. Las mediciones realizadas, son puntuales y por tanto aún incompletas, pero confirman la primera impresión subjetiva que se recibe al penetrar en una estación del Metro en cualquier época del año, se trata de una atmósfera cargada, incómoda y casi irrespirable en las horas punta.
Una siguiente fase del estudio, que se podrá extender a otros ferrocarriles (cercanías, expreso, Talgo, AVE), tiene previsto evaluar otros factores de calidad ambiental con criterios de Domobiótica. En esa segunda etapa se detectarán y analizarán otras de las causas típicas del Síndrome del Edificio Enfermo (SEE). La Domobiótica considera que, además de la humedad y la temperatura o la presencia de monóxido de carbono (CO), nos afectan factores ambientales como son la ionización del aire (carga iónica), el color y la intensidad de iluminación (lux), los niveles de ruido (dB) y los valores de radiactividad, especialmente a causa del gas radón (mRem/año). Todos ellos factores de calidad ambiental que, sensorialmente, ya se perciben anormales y/o nocivos.

Factores de riesgo para la salud
A pesar de cumplir la legislación vigente, de acuerdo a los criterios de la Domobiótica, mucho más exigentes, el riesgo biológico es inaceptable con los valores de CEM registrados en el Metro de Barcelona, incluso para exposiciones breves. El estrés (electroestrés), el cansancio, o las cefaleas que muchos usuarios sufrimos con frecuencia en la red subterránea son el primer síntoma. Son molestias neurofisiológicas que podemos relacionar con la calidad del aire y la exposición a CEM de gran intensidad, pero con frecuencia se registran casos de mareos, arritmias, indisposiciones y desmayos de viajeros dentro del metro, que mejoran rápidamente o desaparecen al salir al exterior.
El usuario normal del metro debe considerar que la exposición a esta polución eléctrica es crónica, habitual y cotidiana, ya que lo utiliza generalmente a diario, dos, cuatro o más viajes, y con una permanencia en la red subterránea que puede alcanzar, y en muchos casos superar, más de una hora cada dia.
A largo plazo la exposición a la electropolución puede ser causa de diversas enfermedades. Obviamente este riesgo sanitario es mucho mayor para los trabajadores del metro (maquinistas, mantenimiento, etc.), que realizan una larga jornada laboral en un entorno con grave peligro para la salud.
De acuerdo con los estudios científicos independientes (Informe Karolinska), la exposición a campos electromagnéticos superiores a 200 nanoTeslas (2 miliGauss), puede incrementar en un 250 % el riesgo de contraer enfermedades degenerativas (leucemia y cáncer), y por encima de 400 nT (4 mG) de campo electromagnético el incremento de riesgo sanitario puede superar el 400 %.

Detección de campos electromagnéticos
En ambos ferrocarriles, ver gráfico adjunto, se observan intensidades de CEM muy superiores a las recomendables para la salud humana, y que superan claramente el umbral biológico de 2 miligauss (mG). Además son muy significativos los peaks (picos), de alta intensidad causados por la aceleración y frenada, observados dentro de los coches del metro en las diversas etapas del viaje.
Se han realizado mediciones puntuales considerando el campo electromagnético que sufre un viajero sentado, dado que los sistemas eléctrico más preocupantes están bajo el suelo del vagón. Coherentemente se ha medido la intensidad magnética a 0,50 m del suelo (altura de vientre y genitales).
Como en cualquier tren eléctrico (Renfe, Talgo, AVE, etc.), estas medidas no son iguales a ras del suelo (pies), o cerca del techo (cerebro), y dependen de la posición del viajero dentro del vagón (cabecera o cola) y de la cercanía física a los sistemas eléctricos que generan la polución electromagnética, que varían con los diversos modelos de unidades en cada línea.
Para las primeras mediciones se ha utilizado un gausímetro Trifield de tres bobinas (isotrópico), y con rango de medición de 0 a 100 miliGauss (0 a 10.000 nanoTeslas), que está ponderado para las frecuencias de 30 a 500 Hz y calibrado a 50 Hz, la frecuencia de la corriente eléctrica industrial. Algunas de estas mediciones se han corroborado con el medidor de campo electromagnético ESM-10 de Maschek Elektronik, por su mayor sensibilidad y precisión de medida, encontrándose valores correctos (error menor del 5%).
El campo electromagnético encontrado es muy agresivo, por la gran intensidad y las variaciones detectadas, que hacen muy nocivo el entorno dentro del vagón, siendo causa inmediata de incremento del pulso, la tensión arterial (hipertensión) y del electroestrés (tensión eléctrica corporal).
Estrés de Alta Tensión
En muchos casos hemos observado la presencia de diversas líneas de Alta Tensión, que son ajenas al metro. Estas circulan a lo largo de la mayoría de los túneles, paralelas a las vías, sujetas a las paredes del túnel y situadas a menos de un metro de distancia de los viajeros dentro del vagón.
En algunos casos hemos encontrado líneas eléctricas de alta intensidad que atraviesan bajo los andenes, creando intensos campos electromagnéticos a menos de medio metro de los pies del viajero. Esto es debido a que los túneles de la red del metro son utilizados por las compañías eléctricas para el paso de su red de Alta Tensión.
Las mediciones de elektrosmog, algo usual en todo ferrocarril eléctrico, revelan la existencia dentro de los vagones de múltiples fuentes eléctricas y magnéticas, en primer lugar por la catenaria, el cable eléctrico que a través del pantógrafo o trole, alimenta la locomotora, pero también existen en cada unidad móvil relés, motores y transformadores, cuyos bobinados y magnetos generan campos magnéticos pulsantes de gran intensidad.

Tecnología con rostro humano
Los resultados de este breve análisis nos muestran que existe tecnología muy diferente en ambos ferrocarriles suburbanos, y a pesar de ciertos ecopesimistas que buscan un retorno imposible al paraíso, es posible un uso correcto de la tecnología. La buena tecnología debe ser perfectamente compatible con el progreso y con las exigencias biológicas de los seres humanos, y esto se traduce en un mayor confort y menor riesgo para la salud.
Las mediciones comparativas realizadas han mostrado unas grandes diferencias de contaminación electromagnética entre ambos medios de transporte suburbano. El elektrosmog es muy superior en el Metro que en los FCG, siendo el valor valle (mínimo) más alto (6-8 mG), posiblemente debido a la presencia de líneas de A.T., pero esto no justifica los grandes peaks de más de 100 miliGauss, que hay que explicar por su diferente ingeniería y diseño y por la tecnología eléctrica utilizada en cada tren.
Por el contrario la electropolución es aceptable en los FFCC de la Generalitat, dentro de sus vagones, mucho más confortables a primera vista, apenas hay peaks y son de mucha menor intensidad (10 mG), siendo el campo electromagnético general (valor valle), mucho más bajo (2-3 mG).
El estudio comparativo confirma la impresión subjetiva del viajero en Barcelona, viajar en los "Ferrocarriles", como cualquiera puede percibir, es mucho más confortable que ir en el Metro. Pero el ambiente bioeléctrico en ambos ferrocarriles es claramente mejorable si utilizamos variables biológicas, y podemos emplear, por ejemplo, apantallados o blindajes electromagnéticos en las fuentes electromagnéticas (motores, transformadores), y eliminar o distanciar las líneas de A.T., pues sería deseable que esa polución invisible por campos magnéticos fuera nula. 
© Carlos M. Requejo. 2000. www.domobiotik.com

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