miércoles, 10 de marzo de 2010

RADIACTIVIDAD NATURAL



Riesgo para la salud al construir con tierra
RADIACTIVIDAD NATURAL DE LA TIERRA

Decir que Todo lo Natural es Bueno, evidentemente es falso. El frío polar es fatal para la salud pero es natural. Un huracán, un terremoto o una erupción volcánica también son naturales, y podemos ver en unos minutos lo que pasa con la Amanita Muscaria, el curare, y otras substancias enteramente naturales pero mortales.
Pretendo abrir un debate sobre la Radiactividad natural, un aspecto de la casa natural que los expertos en Bioconstrucción solemos olvidar con facilidad, cuando hablamos de arquitectura tradicional, buscando obtener un casa sana y natural. 

Está de moda hablar del adobe, o del tapial, como materiales naturales idóneos para construir una casa sana, pero esto no es siempre cierto. Por supuesto que el uso de la tierra como material constructivo tiene muchas ventajas, la casa de adobe es bioclimática, dura siglos y se integra en el paisaje, además es barata y es sostenible.
Pero, si queremos garantizar nuestra salud, no estará de más analizar con que tierras vamos a construir nuestra casa, sobre todo si hemos comprado un terreno en una sierra remota, huyendo de la ciudad.
Nuestro planeta Tierra, todas las tierras son radiactivas, y debemos saber que en radiactividad no existe una dosis inocua, cualquier incremento de radiactividad por encima de la radiación natural de fondo natural, tiene potenciales efectos genotóxicos, esto es afecta al ADN, reduce las defensas del sistema inmunitario, puede ser cancerígeno, y daña el patrimonio genético de la vida.
Cualquier bioconstructor, o geobiólogo, debería equiparse de mucho sentido común, y de un monitor de radiación nuclear tipo Radalert, técnicamente llamado contador Geiger-Müller.

El sentido común nos servirá para observar atentamente la salud de las personas mayores residentes en la zona, si vemos que la media de la población es alegre y optimista, tiene buena salud y gran longevidad, caso de los campesinos del Cáucaso, podemos suponer a priori que estamos en un entorno natural sano, en el Buen Sitio.
Pero si observamos mala salud general, despoblación de la zona, o que la gente de la comarca tiene gran tendencia a emigrar, caso de las badlands o highlands (Escocia, Galicia, etc.), debemos analizar si es debido a una tierra muy dura, con un subsuelo geológico de rocas cristalinas con alto contenido de minerales radiactivos, frecuentemente cuarcitas o granito, muy ricos en torio y uranio.
Observaremos también las técnicas constructivas locales y que materiales de construcción se han usado más habitualmente en la zona, desde la antigüedad. La observación botánica de la zona a construir también nos informará de la calidad del suelo, y la abundancia de malas hierbas, puede ser un aviso a tener en cuenta. Por el contrario una huerta feraz y fértil, difícilmente será muy radiactiva, aunque no estará de más realizar un estudio geobiológico del subsuelo para descartar cualquier otra geopatía, como las corrientes de agua subterráneas.
El contador Geiger nos ayudará a verificar esa suposición de un modo técnico, debemos saber que las rocas y tierras naturales tienen una gama muy amplia de niveles de radiación nuclear (alfa, beta, gamma).

No existe un nivel de radiación que podamos decir normal, pues existen grandes variaciones locales, en función de la roca dominante en el subsuelo, y en general serán más radiactivas las montañas que los valles o las costas. Por otra parte la radiactividad cósmica, procedente del espacio y del sol, crece en las altas montañas. Ciertos lugares y en particular ciertas montañas son lugares muy ricos en Prana, y se definen como sagradas, precisamente por su alta radiación.
El nivel de radiación natural de las rocas puede variar mucho, desde las cretas, con 30-40 mR/año, pasando por las calizas, con 70-90 mR/año, hasta la piedra pómez o ciertos granitos, que pueden pasar de 250 mR/año. Y en lugares singulares, sobre yacimientos de minerales radiactivos, la radiactividad ambiental natural puede superar los 1.000 mR/año, y sin embargo ciertos nativos del Brasil viven en ese ambiente, perfectamente adaptados a su entorno durante miles de generaciones.

Para valorar la salubridad del sitio, el nivel de radiación total de la casa (subsuelo, materiales, ambiente) debe compararse con el nivel de radiación de fondo natural de cada comarca, al que los nativos del lugar están adaptados por generaciones, pero que puede ser fatal para los “neorurales” recién llegados de la lejana ciudad.
Si vamos a construir nuestra casa en un lugar diferente de nuestra tierra natal, deberemos comparar el incremento de radiactividad entre nuestro terreno nativo y el nuevo emplazamiento, porque el hecho de construir con adobe, o con tapial, materiales totalmente naturales, no garantiza a priori la salubridad de la casa.
En este momento en España, está en proceso de realización el Mapa de Radiación Natural (Proyecto MARNA), que permitirá al promotor o constructor biológico saber con detalle la radiación de fondo natural en todo el territorio nacional, antes de edificar en un lugar insalubre.
El incremento de radiactividad dentro de la casa puede ser debido a emanaciones de gas Radón (Rn 222), generalmente procedente del subsuelo, que al acumularse por mala ventilación puede triplicar la radiación natural dentro de la casa.
Ciertos materiales de construcción muy frecuentes como el granito, los esmaltes o el gres monococción también son fuertemente radiactivos. Pero también podemos introducir radiación excesiva con el uso de cementos y yesos artificiales, que pueden llevar aditivos y componentes como las fosfogisginas, muy radiactivas.
También deben revisarse con el contador Geiger los áridos (gravas y arenas) que se emplean en morteros y hormigones, y deben evitarse el uso de pizarras de alumbre, escorias de silicato, o desechos de la minería de uranio.

Construir casas es un hecho cultural no natural, no olvidemos que lo natural sería vivir y dormir al raso, en árboles o en cuevas, como los primates. Por tanto si nos interesa la salud del hábitat humano deberemos estudiar la radiactividad del subsuelo donde construimos y hacer siempre un test de materiales, identificando las canteras, yacimientos o proveedores que nos proporcionan los materiales de mínima radiación.
Por el contrario, construir templos es un hecho sagrado, y como hemos podido comprobar en el Camino de Santiago y en otros muchos templos tradicionales, con frecuencia el recinto sagrado está edificado sobre un lugar cosmotelúrico singular, con altísima radiación, y en algunos casos esa radiactividad se incrementa aún más por la existencia de piedras muy radiactivas en el ara del altar mayor, con frecuencia una losa consagrada traída por algún santo peregrino en la antigüedad.
Para comprender porque los sacerdotes eligen esos lugares tan energéticamente tan activos (radiactivos), tendríamos que estar iniciados en las artes sagradas y el uso de la energía vital, o Chi. Evidentemente altas dosis de radiación, como ciertas drogas, parecen favorecer los Estados Alterados de Conciencia que permiten la conexión con la divinidad, pero eso será tema de otro capítulo.
Sin embargo, los seres humanos de a pié construimos las casas como refugio y abrigo frente a los agentes naturales, por lo tanto recordemos que cambiar de cantera, yendo a buscar la piedra al otro lado del valle, puede alargar nuestra vida, y la de nuestros hijos, diez o veinte años.
Una casa orientada al sol, bien ventilada y situada en lugar hermoso de baja radiación puede ser el Edén, literalmente.
© Carlos M. Requejo

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