sábado, 19 de julio de 2014

Permacultura básica

Un huerto en casa
La Permacultura Urbana

El ecodiseño nos enseña que si trabajamos en colaboración con la Naturaleza obtenemos buenos resultados. La permacultura es holística, diseña hábitats, paisajes y sistemas sostenibles, imitando a la Naturaleza y cerrando el ciclo biológico. Aprendiendo de la tradición de los abuelos el permacultor recupera nuestras raíces nativas, y utiliza los recursos que le ofrece en entorno y, como la hormiga, reutiliza o recicla todo, sin generar residuos.

 
Permacultura es un sistema integral que aúna elementos agrarios, arquitectónicos, sociales, culturales y ecológicos, considerando todas sus interrelaciones. La ética de la permacultura se resume en cuidar a la Madre Tierra para cuidar a la gente, sus hijos, usando nuestros excedentes de tiempo, dinero y energía.
El neologismo permacultura deriva de agricultura permanente y es también una cultura permanente. Observar que cultura tiene la misma raiz etimológica que cultivo y culto, y en esencia signfican lo mismo. Cuidar, cuidar de la gente, de la tierra, o de los dioses. Formalmente la permacultura surge del trabajo de investigación iniciado por Bill Mollison y David Holmgren, en Australia, y difudido con su libro Permaculture One (en 1978), que se transforma en un movimiento ecológico mundial.

Hay muchas aproximaciones a la permacultura, según nuestro bagaje cultural, para unos es una ciencia, para otros es una filosofía y un arte. En cualquier caso es un sistema práctico y ecológico de cultivar, constituye un método de diseñar desde un huerto, hasta un barrio, un pueblo o una ciudad y todo su entorno.
La permacultura es también una red de personas, y sus interrelaciones sociales, y un movimiento social que propone un nuevo estilo de vida, ética y saludable, en armonía con la Madre Tierra.
Bill Mollison nos propone una transición hacia un modelo sostenible, una nueva conciencia de ecología profunda. La permacultura integra dentro de los ecosistemas humanos los conceptos de ética, creatividad, diseño, útil, saludable, sostenible, económico, ecológico…  considerando sus múltiples interrelaciones socioeconómicas con visión multidisciplinar.

El concepto de permacultura urbana
No se precisa huir de la ciudad para vivir en una ecoaldea o tener una gran finca para iniciarse en permacultura, en pequeños rincones urbanos como jardines o balcones, podemos encontrar un espacio para cultivar comida orgánica y saludable. En el plano más práctico la permacultura trata de producir nuestros propios alimentos en el mínimo espacio, mediante cultivo intensivo.
El objetivo de la permacultura es imitar lo más fielmente posible a la Naturaleza y crear un ecosistema de alta biodiversidad, con variedad de plantas que se equilibran entre si. Si tenemos terreno suficientemente amplio también podemos contar con la inapreciable ayuda de los animales, como gallinas, patos, cerdos, cabras, ranas o peces, cerrando todo el ciclo biológico.

Cuando disponemos de poco espacio debemos pensar más la planificación y el diseño de nuestro pequeño huerto urbano, considerando la orientación, las horas de sol, el viento, el agua y el tiempo de que disponemos.
En la cultura occidental el 80% de la población vivimos en apartamentos urbanos, a veces muy alejados del suelo y rodeados de asfalto. Pero a pesar de no tener tierra podemos cultivar comida en fachadas, balcones, ventanas, terrazas, cercas, patios, jardines y sótanos, áreas que de otra manera no se utilizan.

El método de diseño en permacultura es lo esencial, empieza por un análisis del lugar, de su clima y de su entorno. Dibujamos un plano esquemático, mejor a escala, con todos los elementos importantes (árboles, edificios, relieve, fuentes, pozos). Luego debemos hacer una lista de las necesidades y productos necesarios, sol, riego, abono, espacio, determinando su mejor lugar, y situándolo sobre el plano.

Que cosechas podemos tener
La permacultura es ante todo útil, usando el sentido común elegiremos plantas de consumo frecuente, que sean nutritivas y de recolección semanal, como tomate, perejil, remolacha o lechuga.
También podemos sembrar las hierbas aromáticas de mayor uso en la cocina (albahaca, salvia, orégano, romero, menta, lavanda) y destinar un pequeño espacio  a otras plantas medicinales.
Las plantas trepadoras no ocupan apenas espacio, a partir de una estrecha cubeta rectangular pegada a la pared, pueden trepar por los muros con guía de redes, mallas o alambres.
Diversos germinados, como brotes de alfalfa, avena, centeno, trigo, berros, o soja, podemos hacerlos crecer dentro de la cocina, en el alféizar de la ventana, y los champiñones proliferarán bien bajo la escalera, en un sótano o en cualquier espacio húmedo y oscuro.
Ocupa muy poco espacio cultivar tubérculos, como patatas o boniatos, apilando unos neumáticos en un rincón, iremos añadiendo pisos a medida que la planta crece. Para cosechar vamos desmontando los neumáticos y retirando la cosecha.
Es esencial realizar una rotación de cultivos cada estación para evitar la proliferación de plagas y no agotar los nutrientes del sustrato.
En el diseño del huerto debemos tener en cuenta la ubicación de las plantas afines y las antagónicas para propiciar el crecimiento.

Como empezar nuestro huerto urbano
El primer paso es definir el área de cultivo de que disponemos, si estamos en un piso alto con un espacio muy limitado el área de cultivo serán cubetas, u otros recipientes,  colocados sobre patas, estantes o soportes. En el mercado hay una amplia gama de recipientes para permacultura urbana, podemos reutilizar viejas macetas de barro y contenedores de madera o plástico, o bien fabricarlos mediante autoconstrucción, sin olvidar hacerles orificios en la base para el desagüe.
Los balcones y ventanas nos ofrecen una mayor superficie de cultivo si se colocan estantes en las jambas o se cuelgan jardineras en la parte externa del alféizar. En los balcones o patios podemos colocar jardineras escalonadas, que facilitan el acceso y el trabajo. Podemos construirlas reciclando palets, y crear bandejas o mesas de cultivo de 0,75 m de altura, a la altura de trabajo.

El sol. El soleamiento es esencial, la mayoría de plantas necesitan un mínimo de 6 horas de luz solar. Debemos considerar la orientación de nuestro espacio, estudiar el camino del sol a lo largo del día, considerar las variaciones verano-invierno, y determinar las zonas de sol y sombra de los edificios cercanos.
Las plantas de mayor porte se ubican al Norte, para que no priven del sol a las más pequeñas colocadas en la parte Sur. También podemos usar jardineras escalonadas para que todas las plantas reciban suficientes horas de sol.

El suelo. Lo más básico es hacer una mezcla de suelo con arena, compost y materia orgánica. En un piso es preferible un suelo aligerado con fibra de coco, turba o perlita, para evitar sobrecarga de peso sobre la estructura en casas antiguas con vigas de madera. En caso de duda consultaremos a un arquitecto.
El substrato del huerto debe proporcionar todos los nutrientes que las plantas necesitan. Podemos aportarlos con nuevo sustrato (humus), mediante abono verde o añadiendo una parte de compost, dos o tres veces al año. Tras remover bien para mezclarlo con el suelo existente, dejamos reposar el huerto dos o tres días antes de volver a sembrar.
También podemos hacer abonos líquidos con malas hierbas y algas marinas, evitando los abonos y fertilizantes químicos.
Las lombrices son muy beneficiosas y podemos criarlas mediante lombricultura, pues airean el suelo, descomponen la materia orgánica y crean un abono de calidad, el humus de lombriz.

El compost. El compost es un abono natural realizado con cualquier mezcla de substancias orgánicas, como sobras de comida, cáscaras y restos de vegetales, rastrojos, hojas, serrín, papel, estiércol. Debemos evitar las malas hierbas con semillas.
Un compostador sencillo se construye con tres cajas de madera, mejor levantadas del suelo sobre tacos o ladrillos para que respiren. Los materiales orgánicos se tienen en cada caja durante 10 días, y se remueven cada día para airearlos. Se riegan a menudo y se puede añadir un poco de compost maduro para aportar microorganismos. Al cabo de 30 o 40 días, según el clima, el compost de la última caja estará listo.

El agua. El agua es esencial en el huerto, las plantas no viven sin agua y debemos estudiar como vamos a resolver el riego. Podemos regar manualmente dos o tres veces por semana, según el clima y la estación, o usar un sistema de riego automático.
Debemos valorar las fuentes de agua disponibles y su coste. Si tenemos espacio para almacenarla podemos recoger el agua de lluvia canalizando el agua de las cubiertas, y también reutilizar el agua de la casa, siempre que no lleve detergentes.
Es preferible regar pocas veces con abundante agua, favorece las raíces profundas y ahorramos agua, y es mejor hacerlo temprano en la mañana, evitando las horas de calor.
Igualmente debemos prever el drenaje, para evitar el exceso de agua, perforando adecuadamente el fondo de los recipientes. El agua de drenaje se puede almacenar en barriles de lluvia, y nos puede servir una vieja bañera.

Las plagas. Si logramos en nuestro huerto un ecosistema bien equilibrado con plantas saludables las enfermedades se presentarán escasamente. El permacultor debe observar el huerto a diario para detectar cualquier pequeña anomalía. Los problemas más comunes son las invasiones de diversos tipos de insectos, como el pulgón, o los hongos, como el oidio, queproliferan sobre todo por un exceso de humedad.
Parásitos como el pulgón pueden eliminarse a mano, cazándolos uno a uno, o pulverizar con agua jabonosa.  También podemos recortar a mano las partes afectadas de hongos, y aclarar el huerto, podando algunas plantas para airearlo y dejar entrar el sol.
Debemos estudiar la biología básica para identificar sin ninguna duda las plagas o enfermedades, y sus tratamientos naturales. O podemos pedir consejo profesional a un veterano de la permacultura, haciendo un intercambio, por ejemplo el ayudaremos en la poda, el riego o con el acolchado.

El acolchado. El acolchado, también llamado arrope (mulching in English), consiste en colocar una capa de materia orgánica que abriga el suelo cultivable. El acolchado mantiene la humedad, protege del frío y del calor, reduce la erosión y minimiza el crecimiento de las malas hierbas, al producir sombreado del suelo no permite su germinación.
El resultado es una notable reducción del trabajo del agricultor, sobre todo en la lucha contra las malas hierbas, y un apreciable aumento de la fertilidad del huerto. La capa de acolchado, al ser orgánica, debe renovarse frecuentemente, a medida que se descompone y es absorbida por el suelo nutriéndolo.
Acercarnos a la autosuficiencia
Hemos dado un pequeño paso hacia la autosuficiencia, con el cultivo en la terraza o el balcón de casa podemos sentir crecer la vida entre nuestras manos, aprendiendo cada día y experimentando lo que es la permacultura. Al cabo de las cuatro estaciones habremos aprendido de nuestros errores, y sabremos lo que es cosechar nuestros propios frutos.
Si queremos cultivar un huerto a mayor escala, para lograr la plena autosuficiencia alimentaria, tendremos que buscar un terreno cultivable cerca de casa. Puede ser un rincón en el jardín comunitario, un solar abandonado, el interior de una manzana, un terreno baldío municipal, o una parcela en la periferia de la ciudad.
También podemos crear un huerto pedagógico en la escuela del barrio, iniciando a niñas y niños en la permacultura. Un proyecto más ambicioso es  participar en la organización de un huerto urbano creando una comunidad de cultivadores y consumidores orgánicos. Este puede ser un proyecto social, integrando jóvenes, parados y jubilados, que serán miembros útiles de la comunidad.
De nuevo el diseño es esencial en permacultura, es básico pensar antes de actuar, planificando cada detalle para obtener el máximo de alimentos con alta eficiencia  en el mínimo de espacio, y con la menor aportación de tiempo, esfuerzo, agua, dinero y energía.
Para profundizar en permacultura nos pueden ayudar los buenos libros, que se pueden obtener por Internet, pero es mejor iniciarse on un experto, y es esencial hacer el Curso de Diseño en Permacultura, para guiar nuestros primeros pasos como permacultores.
La permacultura no se limita a la producción de alimentos, el sistema de diseño permacultural se aplica a cualquier hábitat humano, en armonía con la Naturaleza. No solo produce alimentos sanos, el huerto urbano también nos obliga a hacer a diario un ejercicio suave y natural muy positivo para la salud, ahorrándonos el gimnasio y la farmacia.
No olvidemos el refrán “no solo de pan vive el hombre”, pues no todo es comida y las fachadas y las cubiertas verdes, además de revestir de vida el hormigón, controlan el soleamiento, aportan ahorro energético, además las plantas vivas generan oxígeno puro, filtran el aire y eliminan la polución atmosférica, mejorando la salud y la estética de nuestra ciudad.

© Carlos Martínez Requejo.
Domobiotik. Jun.12.


Bibliografía relacionada
Permaculture One. Bill Mollison & David Holmgren.
Introducción a la Permacultura. Bill Mollison. Ed. Tagari.
Permaculture a Designer's Manual. Bill Mollison. Ed. Tagari.
Permacultura, Principios y Senderos más allá de la Sustentabilidad. David Holmgren.
Permacultura, una Guía Para Principiantes. Graham Burnett. Ed. EcoHabitar.

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